La lluvia volvió a dejarse notar en la jornada futbolística de ayer, en la que se produjeron de nuevo numerosas suspensiones en todas las categorías. Entre las precipitaciones del domingo y la lluvia caída en la noche anterior, los campos de fútbol quedaron tocados , dejando los terrenos encharcados y, en algunos casos, convertidos en auténticas piscinas.

Uno de los casos más llamativos fue el del Balsas Picarral de División de Honor Juvenil, que recibía al Aurrerá, y cuyo encuentro no pudo disputarse. Con éste son ya tres los partidos que el conjunto avispa ha tenido que aplazar esta temporada, ya que en cuanto llueve, el terreno de juego hace bueno el nombre del club, y se convierte en una verdadera balsa.

Pero la categoría que acusó de manera más acusada las inclemencias meteorológicas fue la Tercera División, de la que solamente se jugaron la mitad de los partidos. De los diez encuentros previstos para ayer, el Alagón-Ebro, Monzalbarba-Calatayud, Mallén-Universidad de Zaragoza, Sabiñánigo-Utebo y Sariñena-La Fueva se suspendieron debido al mal estado de los campos. Es una cifra llamativa y alarmante, y más teniendo en cuenta que comienza a hacerse habitual en cuanto las nubes cubren el cielo.

PRECARIEDAD La infraestructura de los campos de fútbol aragoneses volvió a demostrar su precariedad ante las contingencias climatológicas, que ha sido denunciada en numerosas ocasiones por los grandes perjudicados por las suspensiones, es decir, los propios clubs de fútbol. Esta misma semana, el concejal de Deportes del Ayuntamiento de Zaragoza, Luis Pastor, firmó un convenio para mejorar las instalaciones de los campos de la capital zaragozana. En este acuerdo se aseguraba una inversión de 210.000 euros para el año próximo, así como la instalación de césped artificial en varios campos de Zaragoza. El plan de mejora incluye la revisión de la situación legal y administrativa de los clubs, el apoyo técnico y de gestión de los complejos deportivos y la búsqueda de inversores no municipales.