Sólo se ha dado un caso en la historia del Tour en que un ciclista que empiece siendo el último de la general ponga la carrera patas arriba y casi gane en París. Fue Pedro Delgado, en 1989, tras perderse en el prólogo de Luxemburgo y sucumbir luego en una crono por equipos, que se le presentó una ronda en condiciones tan feas y adversas como las que tiene hoy Iban Mayo. La gesta del segoviano, sin embargo, no le valió para imponerse en el Tour. Fue tercero tras plantar batalla en los Pirineos y los Alpes.

Mayo tampoco es que sea el último de la general, que comanda el velocista australiano Robbie McEwen, tercero ayer en la etapa que ganó el francés Nazon al esprint. Pero su equipo, que se descolgó tras la caída, quedó relegado a la última plaza en la clasificación.

Sin referencias

Por eso, el Euskaltel será hoy el primer equipo en salir, lo que se traducirá en no contar con referencias. Es decir, correrá a ciegas. Suerte tiene que este año la organización del Tour ha decidido limitar las pérdidas de tiempo y establecer un baremo con ligeras penalizaciones que sólo llegan a los tres minutos para el equipo peor clasificado del día.

El corredor vasco puede ver ampliada hoy, pues, su desventaja frente a Armstrong hasta los siete minutos. "Si es así, será como si hubiésemos salido de una contrarreloj individual. Pero con ese tiempo perdido es como llegamos el año pasado a la montaña", recordó Julián Gorospe, el director del Euskaltel.

"Nuestro Tour empieza en Limoges", afirmó. Limoges no aparece hasta la próxima semana, con etapas por el Macizo Central. Al menos, Roberto Heras, el otro ciclista español que aspira a intentar ganar el Tour, sorteó la jornada sin caerse.