Un poltergeist está instalado por los vestuarios de la paranormal LEB . Un efecto maligno y demoniaco que se representa al ver el color rojo y palpa la ansiedad por la ACB en el ambiente. El misterio se produce siempre a la mismo hora. Entre el minuto 20 y el 30 deja paralizado al CAI, lo adormece, le envenena de desidia y en muchas veces le termina ahogando en la derrota. Es el cuarto del miedo, un tercer tiempo de caos y desconcentración, un periodo maldito para Quintana que casi le cuesta muy caro ante el Valls (20-27) y cuyas consecuencias son mortales .

El desvanecimiento del tercer cuarto es una tónica cotidiana para este CAI. Ante el Valls desaprovechó 14 puntos de margen al descanso (43-29) en este periodo. Quintana achaca esta merma a la falta de fuerza mental para rematar a un adversario que aprovecha esta actitud benevolente para meterse en un partido que tenía imposible. De 16 partidos sólo en cuatro (Tarragona, Murcia, Menorca y Calpe) ha sido superior a su rival en este cuarto y en 12 ha sucumbido. La proporción se agrava en la comparación con el resto de los parciales --9-7 en el primero, 11-5 en el segundo y 8-4 y 4 empates en el último--.

REACCION MUNIMA Es habitual que el CAI se desinfle en la apatía tras el descanso y pierda la renta acumulada con anterioridad, como si pensara que los partidos duran 20 minutos y el resto queda para pasar el rato. Esta temeridad le arruinó el triunfo en cuatro ocasiones (Fuenlabrada, León, Melilla y Ourense), mientras que en sentido contrario, remontar un resultado adverso en el intermedio, sólo lo ha logrado en dos (Cáceres, gracias a una prórroga, y en Tarragona).

El análisis numérico descifra que el CAI promedia una desventaja de 3 puntos en este periodo. Anota 16 puntos y encaja 19,5. Un desnivel mínimo pero decisivo.