Llegan al paraíso para ganarse la vida, encontrar un mundo mejor al que han conocido sus raíces. La recepción de la emigración ha generado una sociedad más multicultural y, por consiguiente, una mayor sensibilización hacia los crecientes conflictos raciales causados por la intolerancia de sectores de la población. El deporte no está exento. La imitación a los actos ocurridos en el fútbol profesional, como las polémicas declaraciones de Luis Aragonés o la denuncia hecha por Etoo en La Romareda, han impulsado la preocupación ante un tema que, no obstante, siempre ha estado ahí.

El deporte aragonés vive en primera persona la lacra del racismo. El caso de los insultos xenófobos ocurridos en los campos de fútbol de Sástago y Santa Isabel en partidos de categorías inferiores ha encendido la alarma ante una situación, que sin ser generalizada, afecta en su propia piel a los extranjeros que disfrutan del deporte en Aragón. Los ejemplos son numerosos y tienen nombre y apellidos. Cara y corazón.

Julio Boheli sabe muy bien de lo que habla. Esta acostumbrado a que le señalen por el color de su piel, heredado de su padre guineano. A sus 15 años juega al baloncesto en el CBZ, donde también es entrenador de la escuela de formación. Allí es uno más, pero cuando llega el fin de semana, siempre tiene el temor de que ocurra algún incidente. "Sólo tenía 13 años cuando en un partido muy igualado cometí una falta un poco fuerte. Fue la primera vez que alguien del público me insultó por el color de mi piel", explica Julio. En el baloncesto, Julio no se siente discriminado, aunque asume que "hay racistas en todos sitios. Yo prefiero pasar. Hay gente que puede pensar que eres inferior a ellos, otros que sólo lo hacen por ponerte nervioso. Les falta educación. Mis padres me han enseñado a mantener una actitud positiva y mis compañeros me apoyan", comenta Julio.

EL PULMpN DE CALATAYUD Después de nueve años viviendo en Calatayud, Redouan Benharafa, es un español más. El doble campeón de Aragón de campo a través piensa casarse muy pronto con una salmantina, Pilar Román. Gracias a su carácter, apenas ha tenido problemas de racismo. Pero tras el atentado del 11 de marzo el marroquí tuvo algunos problemas en algunas competiciones por España. En el medio maratón del Burgo de Osma, en Valladolid, recuerda que "unas personas me dijeron asesino mientras competía. Me sabe malo que nos metan en el mismo saco que los terroristas del 11 de marzo. No tenemos nada que ver. Yo he venido a España para mejorar mi vida y no me meto con nadie", dice el africano.

Sin saberlo, las hermanas Williams tienen unas dobles en las pistas del Stadium Casablanca. Como ellas, Alexis y Miriam Forbes, de 10 y 12 años respectivamente, se entrenan tres días por semana, sueñan con ganar un Grand Slam y también tienen la piel negra. Sólo su afición por bailar la jota, y su nivel tenístico, separa ambas historias. Aunque su integración es absoluta, las cosas no siempre fueron fáciles. "La mayor tuvo problemas en el colegio, a los 4 o 5 años", recuerda su madre, Teresa. "Había un par de niñas que se metían con el color de su piel, pero esta experiencia no le ha marcado", asegura. Casada con un exmilitar estadounidense, esta zaragozana ha forjado buena parte del crecimiento de sus hijas en soledad debido a la profesión del padre. "Como yo soy blanca, no asumía de dónde había salido su tez oscura", explica la madre con una sonrisa. En casa hablan con naturalidad del racismo y entienden, con rabia, que existan casos de discriminación. "Cuando fueron haciéndose un poquito mayores, su padre les explicó todo este asunto, y ya saben con lo que se pueden encontrar", relata Teresa.

Juravle, pichichi del Pla-Za, tiene la piel morena. Asegura que nunca ha vivido episodios desagradables por su color dentro de la piscina. Sin embargo, el Pla-Za vivió, muy a su pesar, un incidente con tintes racistas. Antes de comenzar la temporada 2002-2003, el equipo aragonés organizó un torneo amistoso. En el tramo final del encuentro ante el Martiánez, el visitante Amaurys inició una tángana con el local Alex Delgado, argumentando que éste último le había llamado "negro de mierda". El partido quedó suspendido y empañado por la pelea, aunque los contendientes acabaron estrechándose la mano.

LA EXPERIENCIA DE LOZANO Una experiencia parecida vivió Harold Lozano, el colombiano del Universidad de voleibol. En su visita a Castellón, fue increpado por el público por el color de su piel. Lozano, desconcertado, terminó expulsado y el CAI perdió, sin que nadie sancionara al rival. Un caso de racismo, otro más, que muestra una realidad intolerante e intolerable.