"¿Cómo voy? ¿Dónde está Michael? ¿Dónde está Michael?", gritó Fernando Alonso por radio tras salir del segundo repostaje y adelantar, en otra de sus virtuosas maniobras, al italiano Jarno Trulli, curiosamente su excompañero y amigo en Renault.

Rod Nelson, su ingeniero de pista, le contestó: "Schumacher está fuera y tú eres tercero". La comunicación, como todas las que se desarrollan a lo largo de una carrera entre el staff del box y los pilotos, fue breve, rápida y nítida. Y siempre, siempre, aprovechando la recta de meta, dado que nadie se arriesga a entretener al piloto en las partes sinuosas del trazado. Además, la señal, la radio, funciona mucho mejor cerca del taller.

Prudencia, mucha prudencia

La conversación relámpago se produjo cuando aún restaban 12 vueltas y Alonso se relajó. Podía haber intentado adelantar al final al brasileño Rubens Barrichello, el mosquetero fiel del alemán Michael Schumacher, y acabar segundo, pero no lo hizo, y eso que, según reconoció uno de los miembros del equipo técnico del asturiano, Nelson le recomendó subir las revoluciones de su R25, forzarlo un poco más e intentar el doblete. Pero Alonso decidió ser prudente, muy prudente.

El objetivo de Alonso es ser campeón del mundo y, en ese momento, pensó que sacaba seis puntos a Schumi , el rival a batir, y que su motor aún debe recorrer 500 kilómetros más con 40 grados en el GP de Malaisia de donde puede salir líder del Mundial. Allí, en Sepang, en uno de los circuitos más caros y bellos del Mundial, fue donde Alonso se dio a conocer de forma clamorosa cuando, en el 2003, consiguió su primera pole position .

Briatore, en las nubes

"Ya os dije que éste era nuestro año, pero no me creeis caso porque ando de fiesta por las discotecas", dijo el multimillonario italiano Flavio Briatore, máximo responsable de la escuderia Renault F-1, después de pasarse más de una hora de declaraciones tras la carrera. Briatore, propietario del complejo hotelero donde Fisichella y Alonso hacen la pretemporada en Kenia, no tuvo ayer un no para nadie. Para nadie. Contestó, conversó y dialogó con todo el que se acercaba al box de Renault.

La de ayer fue la constatación de que Alonso no tiene otro objetivo en el 2005 que ser campeón del mundo. "Tanto en los ensayos del viernes como en los del sábado, tuve una suerte catastrófica, pero me voy de Melbourne con seis puntos de ventaja sobre Michael", espetó el asturiano con una mueca de picardía. Ya ven, la estrella asturiana sólo piensa en Schumi .

Choque entre alemanes

Al kaiser , dominador cómodo en el 2004, se le vio ayer desmotivado. Poco acostumbrado a tener que adelantar a un coche que no sea un doblado y se haga a un lado, el heptacampeón del mundo sufrió mucho saliendo desde el antepenúltimo lugar de la parrilla. Escaló hasta el 10º puesto y, luego, se tocó con su compatriota Nick Heidfeld (Williams-BMW) y se fueron a la grava. Shumi pidió que le empujaran, llevó su coche al box y se retiró melancólico.

Esa fue la gran alegría de Alonso tras un fin de semana sin suerte. Una tromba de agua en la calificación le apartó del triunfo, la lucha con Villeneuve durante 15 vueltas le impidió ser segundo pero, ayer, comprobó que tiene un gran coche. Ya saca tres puntos a Montoya, cinco a Raikkonen y seis a Schumacher: "Esos son los rivales a batir", sentenció después de la carrera. "He sido el más rápido del fin de semana y me voy con la moral reforzada. Este tercer puesto me sabe a victoria".