Venía Luis Carlos Cuartero por un costado del campo, muy cerca de la pista de atletismo, con el balón entre los pies y el gesto torcido, como si algo no le gustara. La pelota parecía reglamentaria y el lateral ya ha superado la gripe que le impidió jugar de salida el pasado domingo. ¿Qué le ocurría al futbolista zaragozano? En mitad del campo, Luis García lanzaba la bola muy alta y al regresar el esférico de su viaje, botaba y se elevaba casi a la misma altura, como si hubiera pegado en una baldosa de mármol o en mitad de una autopista. La hierba del Ernst Happel, del viejo Prater, era ayer un auténtico demonio disfrazado de durezas, de blanduras, de irregularidades. Una trampa que al principio, mientras se entrenaban los futbolistas del FK Austria de Viena, unos fieles operarios del club procuraban peinar para que desapareciera cualquier señal de hielo.

Por una parte, se puede felicitar el Real Zaragoza, ya que durante esta semana --ayer nevó a ratos aunque sin que llegara a cuajar en manto-- las previsiones indicaban que la superficie estaría mucho más apta para la práctica del hockey sobre hielo que del fútbol. Estos días, la temperatura a la hora del encuentro (19.30) descendió hasta los cinco grados bajo cero, pero ayer, con un frío intenso aunque también llevadero, el mercurio se mostró menos duro. La preocupación se centraba en que la hierba se transformara en afiladas hojas de afeitar, con el peligro que eso implica para los profesionales que desarrollan la actividad sobre él y, también, una posible suspensión del partido.

Resbalones de hielo

Según está el tiempo, nadie se atreve a asegurar que el antiguo Prater no sea hoy un congelador, pero más para el público que acuda a presenciar el encuentro que para los jugadores, quienes, quieran o no, acabarán resbalándose. "Engaña mucho, por algunas zonas parece que está bien, incluso algo duro, pero según lo pisas se va levantando. Me temo que se convertirá en un barrizal", dijo Raúl Longhi, el segundo de Víctor Muñoz, tras un exhaustivo reconocimiento de la zona de operaciones.

Jugar se jugará. Sin embargo, mantenerse en pie sobre la hierba será otra cuestión bien distinta. Al Real Zaragoza le está tocando visitar infiernos en la Copa de la UEFA. No es por dramatizar. Hoy deberá sostenerse sobre el barro que aparecerá a las primeras de cambio, y no distraerse con los botes en falso del balón que se producirán como consecuencia del césped levantado. Nieve, poca; frío, bastante; y barro, mucho. Víctor Muñoz cree que su equipo será el gran perjudicado, y Günter Kronstreiner, el director deportivo del Austria, que el frío afectará a sus jugadores africanos tanto como a los zaragocistas. Tan cerca de la primavera, Viena es el epicentro del invierno, y el Ernst Happel, una incógnita que desvelará si para esta tarde se convertirá en una pesadilla o solamente en un campo de fútbol con una salud muy perjudicada.