El Bar§a dio un nuevo paso hacia la consecución del título de Liga tras imponerse por 0-1 al Depor, en un encuentro en el que los de Frank Rijkaard, sin grandes alardes pero con una gran solvencia, se impusieron a un conjunto gallego que acusó en exceso la falta de gol.

Tristán, pese a intentarlo en todo momento, parece muy lejano de aquel delantero que maravilló hace varias temporadas, por lo que las opciones ofensivas de los jugadores de Irureta quedaron reducidas únicamente a la capacidad de sorpresa de Luque desde la banda izquierda. No es de extrañar por tanto que las primeras opciones de peligro llevaran la firma del internacional español, empeñado en caer una y otra vez en fuera de juego, y de Giuly, que no desaprovechó un remate fallido de Silvinho al rechace de una falta botada por Márquez para poner a los diez minutos de juego el 0-1.

Reaccionó con entereza el Deportivo, que logró, gracias sobre todo al espectacular trabajo de Mauro Silva, arrebatar al Barcelona el balón y el dominio del juego, aunque la sabiduría de Mauro y la clase de Valerón pierden cualquier sentido ante la falta de poderío rematador.

Consciente de las dificultades de los locales para marcar, el Barcelona tramitó el choque con cierta suficiencia, convencido de que su arsenal ofensivo sí era capaz de alterar en cualquier momento el marcador.

Como a punto estuvo de hacerlo el portugués Deco a los treinta y ocho minutos en un disparo lejano, que, tras rebotar en Coloccini, se estrelló en larguero, en lo que bien pudo haber sido el segundo gol.

Ni la expulsión (m.51) del mexicano Rafael Márquez acabó con la sensación de que los catalanes sentenciarían el choque cuando y como quisieran, incluso sin Ronaldinho, que una vez más pareció marcharse del campo sin ofrecer todo el juego del que es capaz. Otra vez volvió a aparecer Tristán y otra vez falló. Ahí estuvo la diferencia.