De un día para otro, Javi Navarro se ha convertido en uno de los tipos más odiados en Venezuela. El enemigo público número uno. Todo el país anda todavía dolorido por el codazo que recibió uno de sus héroes nacionales, Juan Arango, y en la distancia clama justicia. En el campo, recibió otro golpe --empató con Colombia (0-0)--, que puede dolerle aún más en el futuro, en el camino hacia Alemania.

Cualquier escenario es bueno para hacerle saber a Javi Navarro que no hay perdón para él. En la red, se ha puesto en marcha una campaña para recoger correos eléctrónicos reclamando una dura sanción contra el defensa del Sevilla. Seguramente, no llegarán a manos de los miembros del Comité de Competición, que mañana se reúne y algo tendrá que decir sobre el caso. De momento, quienes sí han dicho algo son los médicos del Mallorca. Y ha sido para pedir prudencia. Pese a que evoluciona favorablemente, Arango necesita tiempo. Para empezar, un mínimo de un mes antes de volver a entrenar y, después, mucha calma.

Grupo muy abierto

Sin jugar, Arango estuvo muy presente en Maracaibo, la segunda ciudad más importante de Venezuela, sede del partido contra Colombia. Nadie se olvidó de él. En la grada, podían leerse todo tipo de mensajes de apoyo y sus compañeros salieron a jugar con una camiseta dedicada a él: "Fuerza Juan". Pero no sólo se acordaron de él. También había dedicatorias de otro estilo para Javi Navarro, tachado de "asesino" y golpeado con todo tipo de insultos.

Venezuela hubiera dado cualquier cosa por tener a Arango en el campo. El equipo le echó de menos y no pudo cumplir el deseo de dedicarle el triunfo. Elegido mejor jugador del país del 2004 y autor de tres goles en esta fase de clasificación para el Mundial de Alemania, habría ayudado a romper el 0-0. De hecho, Arango fue el autor del gol que dio la victoria a Venezuela en Colombia (0-1). El empate deja a ambas selecciones con 14 puntos y todavía con aspiraciones en un grupo muy abierto.

Pero Argentina está por encima de todos. Y ahora, más que nunca porque, por primera vez en 32 años, ha sido capaz de no sucumbir al mal de altura. Sí, al vértigo de jugar en La Paz, la capital de Bolivia, a 3.600 metros, nada menos. La última victora argentina en este escenario fue en un partido de clasificación para el Mundial de Alemania-74 y jugaba Kempes. Ahora, están más cerca de Alemania-2006. "Si se ha hecho historia, lo bueno es que nosotros estamos dentro de ella", proclamó Luciano Figueroa, autor del 1-1, apenas ocho minutos después de que Bolivia se adelantara en el marcador. Un pase de Cambiasso, que lejos del Madrid ha resurgido en el Inter, a Galletti propició el 1-2.

Argentina empezó a ganar antes de jugar. El seleccionador José Pekerman preparó el duelo pensando en el problema de la altura y en el compromiso del miércoles frente a Colombia. Además de diseñar una dieta especial --pizzas y pasta para una rápida digestión--, partió el grupo en dos y en La Paz eligió lo que más necesitaba: pulmones y juventud. Así, el centro del campo lo dejó en manos de Scaloni, Cambiasso, Duscher y Galletti. De Riquelme, ni rastro. Y de Saviola, tampoco. Maxi Rodríguez, en cambio, fue titular. Otro dato: salvo el portero Abbondanzieri, ningún otro jugador había nacido cuando Kempes y compañía lograron el que ya es el penúltimo triunfo en La Paz. Ante Colombia, en Buenos Aires, Pekerman ya no necesita oxígeno. Quizá, ha llegado la hora de Riquelme.