Jacques Anquetil, cinco triunfos en París lo contemplan, acuñó una frase para la historia: ñPara ganar el Tour hay que subir con fuerza y bajar con precaución". Pero en 1964 se pasó con el champán y el vino en la jornada de descanso de Andorra. Raymond Poulidor lo atacó subiendo Envalira y en la bajada, cuando ya se le había pasado la resaca, el sensacional campeón normando se olvidó de los miedos para lanzarse --como se escribía entonces-- a tumba abierta.

En 1993, Miguel Induráin vio peligrar su tercera victoria consecutiva cuando se quedó cortado en el ascenso al Tourmalet. ñCuando lo vi aparecer en pleno descenso no me lo creía", sigue repitiendo Tony Rominger 18 años después. En un descenso se puede perder una carrera de tres semanas. Que se lo pregunten a Valverde y explicará cómo se lo fulminó Alexandre Vinokurov en el descenso de Sierra Nevada de la Vuelta 2006. Y también ganarla. Stephen Roche atacó a Pedro Delgado (1987) bajando la Joux Plaine y en la meta de Morzine el segoviano ya supo que no llegaría vestido de amarillo a París.

Difícilmente los hermanos Andy y Frank Schleck triunfarán en el Tour si no aprenden a descender. Ayer, lejos de hacer una lectura del tiempo ganado, la bajada de la cota de Pramartino, montañita del Piamonte made in Italy --es decir, la clásica encerrona del Giro--, sirvió para verificar que el monstruo ha despertado. Que le da igual que los montes de los Alpes se suban o se bajen.

VUELVE EL MONSTRUO Que él se ha propuesto dinamitar la grande boucle porque se llama Contador, porque toda su maquinaria física (cabeza, corazón, músculos y sobre todo rodillas) ya ha empezado a carburar a la perfección y porque el Tour solo se tambalea al compás de la furia y el fuego de sus pedales. ñContador va a dinamitar el Tour. Estoy convencido de ello". Palabra de Samu Sánchez, de un asturiano que corre en un equipo vasco y que está siendo no el ayudante, sino el oficial de mando que coordina las operaciones bélicas en perfecta santa alianza con Contador.

ñVamos otra vez, Samu". ñVenga, Alberto". Fueron pocas palabras, pero suficientes en la zona llana que comunicaba la bajada de Sestrieres (en cuya ascensión no pasó nada) con las primeras rampas de la trampa de Pramartino; carretera estrecha, de árboles que ensombrecían la ruta y dificultaban la visión. Pero también una pequeña cumbre con una bajada que ponía los pelos de punta, donde nadie habría escuchado, si viviera, a Anquetil.

Contador quería atacar con mayor virulencia en el Pramartino. Pero una vez más no tuvo suerte con las malditas caídas. En una curva de Villar Perosa, poco antes de que comenzara la subida, tuvo que poner pie a tierra, al caerse un ciclista del Vacansoleil, y darse un calentón para remontar posiciones. Aún así aceleró dos veces y una tercera lanzándose en el descenso. ñNo he llegado a bajar fuera de control". Menos mal. El líder, Voeckler, se salió dos veces de la ruta y Basso tocó el freno más de la cuenta. Perdieron 27 segundos en un nuevo día en el que se demostró que hay vida, hay Tour y hay Contador. Y hoy más, en el Galibier.