En el argot ciclista se denominan tachuelas a pequeñas dificultades orográficas que deben salvar los corredores en su camino. El libro de ruta no les otorga gran consideración e incluso algunas veces las obvia. Sin embargo, cuando una de estas tachuelas ronda la meta, alcanza una importancia excepcional. En las dos últimas etapas se ha situado la llegada justamente tras el descenso de dos pequeños puertos. El resultado ha sido un caudal de emoción, potenciado por el exceso de riesgos que se han derrochado. Lo de ayer más que un descenso arriesgado era una trampa que le pudo costar caro a más de uno.

Pero en ese terreno complicado Contador volvió a sacar su famoso revólver y puso nervioso a un Voeckler que ya empieza a soñar con llegar de amarillo a Paris. El alsaciano repitió el error de Gap y buscó la rueda de Contador hasta salirse de la ruta. Tuvo mucha suerte de reincorporarse intacto al buen camino y salvó un día más su liderato. Evans lo tiene a un tiro de piedra pero el pequeño y agresivo Voeckler mantiene una defensa agónica de su posición, que reporta a su marca incalculables beneficios publicitarios. Galibier y Alpe d´Huez le esperan para bajar de ese pedestal que alcanzó en el monte de Les Alouettes cuando medio pelotón rodó por los suelos. Y Evans espera su turno.