Considerada por sus atributos como la etapa reina de este Tour, la jornada de ayer se resolvió a favor de Andy Schleck bajo una equilibrada fórmula de fuerza y estrategia. Las exhibiciones casi sobrenaturales que se han visto en otras ediciones del Tour han dado paso a una oferta más equilibrada, con una racionalización del esfuerzo entre las estrellas que optan a ganar la reina de las carreras. Hemos visto a los líderes administrar cautelosamente las fuerzas y buscar con frecuencia el cobijo del gran pelotón. Los organizadores del Tour están satisfechos de esta nueva presentación y argumentan que ello es una consecuencia de la efectividad existente en la lucha contra el dopaje. En medio de esta nueva imagen de la carrera Schleck buscó la complicidad de sus gregarios Monfort y Posthuma para desarrollar una ofensiva de pizarra que sin una correcta dosis de poderío de nada habría servido. Y aun con todo, a punto estuvo de naufragar. En el multitudinario pelotón perseguidor solamente Evans puso pimienta. Andy interpretó un recital muy aseado pero no podemos olvidar la muchedumbre que siguió la rueda de Evans, ni que el promedio de la etapa estuvo por debajo del peor horario previsto por la organización. ¿Tendrán razón los organizadores del Tour de Francia con la pulcritud fisiológica de la carrera?