Debe estar muy confiando en sí mismo. Cadel Evans no es ciclista con mucho discurso, pero sabe que hoy en la contrarreloj final de Grenoble (42,5 kilómetros) tiene la gran oportunidad de su vida para ganar el Tour, la misma carrera que se le escapó las dos veces anteriores, ante Alberto Contador en la edición del 2007 y Carlos Sastre, en el año 2008, en las que tuvo la oportunidad de ganar.

Muy confiado en sí mismo está Evans porque, ni el jueves en el Galibier, ni ayer camino de Alpe d´Huez, se inquietó --o al menos eso pareció-- por los ataques de Andy Schleck y Alberto Contador. Él pone su ritmo, fortísimo, porque este año está como nunca de energías, y más vale que delante no se duerman porque si no un corredor al que los españoles han bautizado como El garrapata se les engancha hasta causar picor de tenerlo tan cerca. Tal vez 57 segundos le resulten insuficientes a Andy Schleck para ganar el Tour. La emoción está servida en el combate que hoy mantendrán por los alrededores de Grenoble los hermanos luxemburgueses y el corredor australiano, excampeón del mundo y al que le van mejor las etapas cortas, como la de ayer, que las de fondo y largo kilometraje como la del pasado jueves.

La escalada a Alpe d´Huez

Comenzó Alpe d´Huez y como si se tratara de un milagro, por una vez en la vida, Evans se puso a tirar del grupo y hasta llegó a cortarlo unos pequeños metros hasta que Contador dijo basta y se fue en busca de una victoria que se mereció pero que no consiguió.

Mereció la pena ver la batalla por ganar la posición en el pelotón de los elegidos, a la caza y captura de Contador y Samuel Sánchez, en una carretera no muy ancha donde un pequeño pelotón con Evans, los Schleck, un sorprendente Cunego y pocos más, se las daban y deseaban entre una auténtica jungla de espectadores que apenas los dejaba mover. Hasta se enfadaron Andy y Evans dándose pequeños toques con el hombro como cuando dos futbolistas se encaran y se ganan la tarjeta amarilla.

Ambos, Andy y Evans, se jugaban mucho. Así que el australiano prefirió la mayoría de las veces marcar el ritmo, porque si el joven de los hermanos se le volvía a fugar, entonces adiós al Tour.

Llegaron juntos. Evans perseguido por una nube de informadores sin ganas de hablar mucho. Andy, al podio, a recoger el maillot amarillo que le había arrebatado a Voeckler, que cuando no le van bien las cosas se muestra maleducado. Y Frank, a recibir el abrazo de Johnny, su padre, que fue corredor y que le dio el último empujón que hoy necesitará para aguantar la segunda plaza de la clasificación general.

Evans volvió a repetir lo de siempre: "Me gustaría haber llegado a la contrarreloj con cinco minutos y vestido de amarillo". Y el nuevo líder se dejó contagiar por la euforia: "Estoy muy confiado en mantener el amarillo en una contrarreloj que no es para especialistas", en clara referencia a Evans. De esta manera, el Tour vivirá hoy otro capítulo más de esta particular guerra entre dos corredores que ayer dieron mucho juego sobre la carretera. Evans sabe que esta puede ser una de sus últimas oportunidades de vestirse de amarillo y por ese motivo seguirá peleando por arrebatar el primer puesto a Evans. El juego está servido entre dos corredores que no darán su brazo a torcer y que ya han puesto sus bazas sobre la mesa. Ahora tendrán que jugarlas con cabeza para llegar con éxito a París.