Uruguay o Paraguay. Uno de los dos seleccionados se llevará a su país una Copa América que, más allá del resultado, parece estar destinada a un inmediato olvido. Ha sido la más aburrida y avara a la hora de jugar, la peor organizada y de la que no surgió ninguna revelación futbolística. El cierre en el estadio del River Plate, una final inédita, tal vez tenga la cuota de emoción que le ha faltado (21.00 horas). Pero, a estas alturas, pocos se hacen ilusiones. Entre los protagonistas, un futbolista del Real Zaragoza. Paulo Da Silva ha sido titular habitual en la zaga de Paraguay y todo apunta a que hoy volverá a comparecer entre los once elegidos para levantar un trofeo que su país no consigue desde 1979.

"Prometía mucho fuego y se quedó en una tibia brasa que no calentó los corazones futboleros en el crudo invierno argentino", dijo el diario La Nación sobre el certamen. No es casualidad que Paraguay haya llegado a la final sin ganar en tiempo reglamentario y que Uruguay solo acumulara dos triunfos. El torneo regional apenas ha sumado 46 goles en 24 partidos, lo que da un promedio de 1,91 tanto por encuentro. Muy poco para tanta expectativa.

Uruguay llega a esta instancia como gran favorito. El entrenador Oscar Tabárez ha mantenido el mismo equipo que obtuvo el cuarto puesto en el Mundial de Sudáfrica. No es un seleccionado vistoso, pero sabe muy bien su libreto. Aguerrido en todos los sectores, cuenta, además, con delanteros temibles. Diego Forlán sigue sin convertir, pero en cualquier momento puede dar la sorpresa.

SIN BILLETES DE AVIÓN "Paraguay es un equipo de una gran historia, con una gran tradición de luchar contra la adversidad y especialista en el juego aéreo", previno Tabárez, para atenuar el optimismo de los uruguayos que ya se sienten campeones, como en 1995.

Desde el viernes se agotaron los boletos de avión para viajar a Buenos Aires. Tampoco hay lugar en los buses y barcos que atraviesan a diario el Río de La Plata. Un país entero quisiera estar en Argentina. Pero solo 10.000 uruguayos han conseguido una entrada al estadio del River Plate, con capacidad para 60.000 espectadores. La escasa disponibilidad provocó quejas de la Federación uruguaya. Los precios de las entradas en internet se han ido por las nubes, pero siempre hay alguien dispuesto a darse el gusto. Si la selección vence, el mismo domingo por la tarde se abrirán las puertas del estadio Centenario de Montevideo para festejar el título.

"Podemos ganar. Sabemos que es un rival muy difícil, con buenos jugadores. Nosotros también tenemos herramientas para ganar el partido. Somos duros", previno el volante del equipo paraguayo, el argentino naturalizado, Néstor Ortigoza.

¿RELEVO DE BATISTA? El entrenador de Paraguay, también argentino, Gerardo Martino, fue otro de los que pidió moderación en los pronósticos. El equipo saldrá, como a lo largo del torneo, a evitar que caiga su portería, aguantar el empate y aprovechar, si se puede, un descuido del rival. Ya sabe que la definición por penaltis le calza como anillo al dedo.

Martino se ha convertido en uno de los candidatos a reemplazar a Sergio Batista en Argentina. La prensa augura que Batista será destituido el lunes. Ningún jugador salió a defenderlo después de la eliminación. Alejandro Sabella, el entrenador del Estudiantes que disputó la final de la copa interclubs con el Barça, es otro de los candidatos. El tercero es Carlos Bianchi. Habrá que ver si Julio Grondona, el presidente de la Federación, puede digerir el eterno desprecio que le ha dispensado el técnico que más títulos ha ganado con el Boca Juniors.