En Trafalgar Square, un enorme reloj va descontando los meses, días, horas y minutos que faltan para el inicio de las Olimpiadas de Londres. Ese reloj se detendrá en un año, el 27 de julio del 2012, fecha de inicio.

Los preparativos que requieren las pruebas de 26 deportes diferentes, en 34 instalaciones repartidas fuera y dentro de la capital marchan a buen ritmo. La presencia olímpica se empieza a percibir en todos los rincones. En Picadilly Circus, desde un panel electrónico luminoso, una imagen de David Beckham invita a los ciudadanos, por gentileza de Samsung, a nominar "a tu héroe particular", con méritos suficientes para portar la llama olímpica. No muy lejos, una de las atracciones turísticas más concurridas, el Horse Guards Parade, donde tiene lugar el relevo de la guardia, está cerrada al público. El lugar va a transformarse, con ayuda de muchas toneladas de arena, en la playa para los torneos de voleibol. Los triatletas se zambullirán en las aguas del lago Serpentine en Hyde Park. El césped de Wimbledon acogerá las competiciones de tenis. Y Wembley será la catedral donde se oficie la final del torneo de fútbol.

East End, barrio paupérrimo que hace seis años era una zona abandonada, acogerá la futura villa olímpica. Con el 90% de las infraestructuras ya construidas, allí se erigen ahora, el estadio de 80.000 plazas, la piscina y el velódromo, una joya arquitectónica, bautizada como El Pringle Gigante, porque su forma recuerda a la popular patata frita. En las inmediaciones, lo que era un vertedero de escombros, va tomando la forma de un jardín. En su día, la villa olímpica, donde residirán la mayor parte de los 10.500 atletas, se transformará en 3.000 apartamentos familiares. Así, el gobierno británico dedicará 9.300 millones de libras (unos 10.500 millones de euros), a 17 días de torneos y festejos.