El corredor belga del equipo Lotto Philippe Gilbert hizo buenos los pronósticos que le situaban como máximo favorito y se adjudicó la XXXI edición de la Clásica San Sebastián, que tuvo un nivel excelente y se decidió en los últimos tres kilómetros.

Gilbert lleva una temporada de ensueño, con triunfos en el Tour de Francia y el campeonato nacional de su país --Flecha Valona y Lieja-Bastona-Lieja, entre otras--, en su mejor año como profesional, a los que suma esta prestigiosa prueba que está considerada entre las más grandes del calendario internacional.

La carrera, acompañada por el buen tiempo, se caracterizó por un ritmo vivo y frecuentes ataques. En el más importante iban ciclistas que habitualmente suelen tener licencias para este tipo de aventuras, como Julián Sánchez, Karsten Kronn o Eloi Ruiz. La fuga, cada vez más sólida, llegó a superar los nueve minutos en las casi cinco horas en las que se desarrolló, para morir, como estaba previsto, cuando las grandes escuadras se unieron para abortarla, lo que lograrían en el puerto de Jaizkibel, a 30 kilómetros de meta.

En este monte, de primera categoría, se vivieron los demarrajes de los primeros espadas, como Barredo y Samuel Sánchez, pero los favoritos --Gilbert y Franck Schleck, entre ellos-- coronaron juntos para agruparse todo el pelotón en la bajada.

Un último corte permitió formar el grupo final, con Gilbert, Sánchez, Schleck, Zubeldia, Barredo, el colombiano Rigoberto Urán y Purito Rodríguez en el mismo, para buscar ya la abarrotada meta en el Boulevard donostiarra.

Barredo trató de rememorar el triunfo de hace dos años y atacó a cinco kilómetros de meta. Gilbert, que parece ir con motor en la bicicleta en un postour espectacular, lo capturó y se escapó sin que Samu Sánchez o el propio Barredo pudieran coger su rueda, para presentarse solo en el corazón de San Sebastián.