No tenía buena cara Sebastian Vettel el viernes. "El coche no tenía equilibrio y, en el equipo, discutimos bastante para mejorarlo", reveló tras lograr su octava pole position del año y hacer que todo su equipo trabajase hasta la cinco de la mañana en Hungaroring, cosa que el reglamento solo permite cuatro veces por temporada. Los dos McLaren escoltaron a Vettel en la crono, el día en que Felipe Massa superó, por primera vez, a Fernando Alonso. "Tercero sería mejor que quinto, pero no descarto el triunfo, ni siquiera ponerme líder en la primera curva", avanzó el español al acabar la sesión de entrenamientos del GP de Hungria (14.00 horas, La Sexta).

"Cometí algún falló en la curva siete y eso me privó de la pole", reconoció Lewis Hamilton, el favorito para hacerse con el mejor crono. Pero ni Hamilton, ni Vettel, ni ninguno de los seis pilotos grandes, incluido Webber (arranca sexto, tras definir como "extraña, muy extraña", su distancia sobre Vettel) dan nada por perdido en una carrera que se decidirá en la estrategia. "Habrá que hacer tres o cuatro paradas, el desgaste de los neumáticos es dramático y será claveO" afirma Massa.

ALONSO, MUY ESPERANZADO Alonso resta importancia al dato, a verse superado por el brasileño en la crono después de 16 carreras (la última vez fue, el año pasado, en Spa). "Mejor. Me alegro por él. Además, ha hecho una gran vuelta y el equipo necesita los dos coches en el podio". No pierde el español la esperanza de alcanzar lo máximo en Hungaroring. "Todas las pruebas de salida que hemos hecho han sido muy buenas. Salgo por la parte limpia y con muchos metros hasta la primera curva. Si cojo un buen rebufo puedo llegar primero a la frenada". La diferencia entre arrancar por la parte limpia (1°, 3° o 5°) o sucia (2°, 4° o 6°) de la pista, con 700 metros por delante, es de 20 metros en la frenada de la primera curva. Mucho espacio, tanto como dos coches y su separación en la parrilla. Sin ir más lejos, Alonso llegó a frenar primero el año pasado, cuando salía tercero tras los dos Red Bull.

Y el asturiano no se quita de la mente repetir una gran arrancada. Y, si no lo consigue, se agarra a la estrategia, a los reglajes de su coche enfocados a la carrera. "Hace una semana en Alemania, iba cuarto tras Vettel en las primeras vueltas y, tras la segunda parada, me puse líder y luché por el triunfo hasta el final".

Eso puede suceder hoy. Lo que ocurrió ayer, fundamentalmente, es que la pista cambió tanto sus niveles de adherencia del viernes al sábado que todos los equipos, salvo Red Bull, se llevaron un buen susto en la última sesión de ensayos libres disputada antes de la crono. El equilibrio del coche varió y Ferrari y otros equipos tuvieron que cambiar los reglajes.

Eso es lo que habían discutido Vettel (arropado por su valedor Helmut Marko, sin cargo en el equipo pero asesor del propietario Dieter Matesnichtz) y sus ingenieros durante el día anterior. "Trabajamos mucho sobre el asunto y llegamos al hotel a las cinco de la madrugada. Pero cuando esta mañana di las primeras vueltas, me di cuenta de que habíamos acertado y eso me ha llenado de satisfacción. La pole es la mejor recompensa que puedo darles por no haber dormido", aclaró el alemán, loco de contento, con su dedo lesionado e inflamado (pulgar del esquiador, se llama su lesión), gritando por la radio a su ingenieros: "Hemos recuperado la confianza". Gritos, por supuesto, que llegaron a oídos de Paul Hembery, máximo responsable de Pirelli, al que Vettel estuvo llamando el pasado viernes, buscando una solución para lograr liderar, de nuevo, la parrilla. El campeón sumó así su octava pole en 11 carreras, 11 de 11 para Red Bull. No se puede pedir más. O sí, seguir ganando.