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El divo Arrúa y el 6-1

La goleada al Real Madrid marcó el momento culminante de una etapa imborrable en la que relumbró un paraguayo, un '10' genial

El divo Arrúa y el 6-1

Seguramente, entre generaciones se discutirá cuál de los dos 6-1 al Real Madrid fue mejor. El de la impresionante representación de Diego Milito y sus cuatro goles, más reciente (8 de febrero del 2006), sirvió para traer recuerdos de la infancia a tantos zaragocistas que evocaban aquel encuentro del 30 de abril de 1975 como uno de los mejores de la historia del club, si no el mejor. Aquel Zaragoza era el de los zaraguayos, un equipo que dejó marcado su sello en la década de los 70.

Pese a no alcanzar ningún título (fue subcampeón de Liga en el 75 y subcampeón de Copa en el 76), guarda un espacio gigante en la memoria del club, con ese fútbol exquisito que devoró gigantes y alcanzó su cénit aquella noche del 6-1 en La Romareda. No fue casualidad. Solo tres días antes había ganado 1-5 en Murcia, y poco después cerraría la Liga en casa venciendo al Barcelona (2-1) con goles de Nino Arrúa y el Lobo Diarte para lograr la mejor clasificación liguera de la historia.

Como relata García Castany, el hombre del hat-trick, "ese encuentro ante el Real Madrid fue el reflejo y la culminación de aquella época, el de un equipo que jugaba fácil, ofensivo, que disfrutaba, combinaba, llegaba y era efectivo de cara al gol".

A las refulgentes estrellas les acompañaron otros muchos excelentes futbolistas a las órdenes de Luis Carriega. "Aquel partido fue la culminación de un equipo que se había hecho a base de jugadores básicamente paraguayos y de los españoles que se habían ido formando desde el año 71, también muy buenos. Estaban Planas, Molinos, Rico, Violeta... Se había ido encajando un equipo sólido, competente, bueno, y se añadieron Ocampos, Arrúa, Diarte, Soto... Así formamos un equipo de los mejores de la época".

El 26 de junio de 1976 fue el día que más cerca estuvo del título, en la final de Copa que perdió ante el Atlético de Madrid en el Bernabéu (1-0). De aquel partido se recuerda la mala actuación del árbitro, Segrelles del Pilar, y la actitud de Arrúa, al que algunos responsabilizaron de la derrota. "Podíamos haber hecho más", admite García Castany. Lo explica como "uno de esos partidos que falta algo, quizá convencimiento... Una de esas ocasiones en las que sientes que has dejado escapar algo".

Para el centrocampista catalán no tuvo la culpa Nino Arrúa, uno de los mejores futbolistas de la historia del club, tan grande dentro del campo como polémico por su conducta, sus declaraciones y sus enfrentamientos con algunos compañeros, sobre todo con Jordao, el portugués de origen angoleño que llegó para sustituir a Diarte y con el que muy pronto chocó. "Era un jugador basado en un toque y en una cierta velocidad, pero no como la del Lobo, que era de desborde, buscaba los espacios, iba a las bandas, te apoyaba... Se movía en espacios limitados y no tenía tanta generosidad", recuerda García Castany, que no ha olvidado la famosa discusión entre ambos para lanzar un penalti. "¡Cómo no me voy a acordar si el que tenía que lanzarlo era yo! Ahí estaba yo que no sabía qué hacer, vi que la cosa no iba suficientemente fina y me aparté. Encima el míster luego me echó la bronca a mí", recuerda divertido. "No eran muy buenos amigos, no", admite. Al final, el penalti lo tiró Arrúa... fuera.

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