El CAI Zaragoza hizo mal todo lo que pudo hacer mal e incluso alguna cosa más para caer con claridad ante un Canarias mucho más ordenado, más serio, más sólido. Los tinerfeños sabían lo que tenían que hacer y lo hicieron. No se sabe si los zaragozanos lo sabían pero, desde luego, no lo hicieron. Con 23 pérdidas de balón y 13 lanzamientos a canasta menos que el rival es sumamente complicado ganar, por no decir imposible. Hubo otro dato que refleja mejor lo que fue el partido de ayer: las diez canastas que el CB Canarias logró de la misma manera, con solo dos pases desde línea de fondo --en la más sonrojante, solo necesitaron uno--, una acción repetida que no halló respuesta en el CAI. Desesperante.

El juego aragonés fue un desastre. Al CAI le faltó intensidad defensiva durante toda la tarde, también tensión, incluso ganas. El CB Canarias anotaba con cierta facilidad, aunque tampoco necesitó un acierto prodigioso, mientras los locales no acertaban a cortar todas las vías de agua que se les abrían. La presunta superioridad interior del CAI se quedó en nada. Shermadini solo recibió cuatro balones dentro y 4 de sus 6 puntos llegaron desde el tiro libre. Sekulic le ganó la partida, hasta Fajardo sumó más, Jones estuvo mejor lejos que cerca del aro. Al contrario, el CB Canarias sí supo torpedear el juego local con una defensa pegajosa, tocando muchos balones, utilizando las manos.

COLECCIÓN DE ERRORES El ataque fue otra calamidad. Una colección interminable de errores. 21 canastas en juego (15 de dos y 6 de tres) anotó el CAI en todo el encuentro, poco más de cinco por cuarto de media. Tiró mal y acertó poco. A Sanikidze pareció que se le encogía el brazo, acabó solo con tres lanzamientos y fuera con cinco personales tras cometer tres en un minuto, los exteriores perdieron más balones de los que hicieron llegar dentro --especialmente Stefansson--. Tuvo que ser Rudez el que se arrancara al final buscando la remontada a la desesperada.

A pesar de lo mal que jugó, de todos los errores que sumó, de lo poco que anotó y lo menos que defendió, el CAI se fue solo dos abajo al descanso (27-27) y llegó a tener opciones, solo cayó por seis. Pero cada vez que parecía que podía ser, aparecía de nuevo una pérdida, un pase al contrario, un lanzamiento mal seleccionado, una posesión consumida... El Canarias no tiene jugadores de renombre pero sí una idea clara de lo que tiene que hacer. Independientemente de quién está en pista, el plan funciona. Ayer José Luis Abós cambió, cambió y volvió a cambiar, puso dos grandes, dos bases, a uno, a otro y otra vez al uno, con idéntico resultado. Nada de nada.

La lección es clara. El nombre no gana partidos y, con el juego de ayer, el CAI Zaragoza no llegará muy lejos. El equipo perdió de un plumazo lo conseguido en Bilbao una semana atrás y debe volver a trabajar a partir de todo lo bueno que ha mostrado hasta ahora. Ayer se escucharon los primeros pitos en el Príncipe Felipe. No fue para menos visto lo visto. Un pésimo partido de un CAI sin alma.