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En estado de inquietud

Mientras Popovic pierde crédito, en el club se culpa también a Ángel Martín y se señala a los futbolistas

En estado de inquietud

La derrota en Alcorcón ha dejado en el Real Zaragoza un poso de intranquilidad notorio. Dolió la derrota, sobre todo la forma. El equipo de Popovic representó en Santo Domingo otro partido infame, con una sola oportunidad en 90 minutos y la sensación de que el sólido proyecto de pretemporada se ha extraviado por segunda vez. La situación del entrenador es delicada, obviamente, aunque no se vayan a tomar decisiones inmediatas respecto a su continuidad. No esta semana al menos. De momento, las culpas de la situación se reparten. Puertas adentro se considera, efectivamente, que el entrenador no está sabiendo sacar provecho de la plantilla. Se admite, además, que es la parte más frágil y que, en fin, ya se sabe por dónde se rompen los equipos cuando no encuentran resultados. Pero también se considera a Martín González responsable y se le señala especialmente por no haber cerrado la plantilla con otro delantero. Quedan los jugadores, que no se libran. Se coincide en este aspecto con el entrenador, que habló de falta de intensidad, por no decir mala actitud, en el encuentro del pasado domingo.

No se había hablado mucho de los futbolistas hasta este momento, aunque la aparente falta de implicación mostrada en las últimas jornadas ha provocado desagrado en varios foros. En otros ha llegado a irritación. Sea como sea, no se comprende el comportamiento individual y colectivo, el cambio producido dentro del terreno de juego, que ha llevado al Zaragoza a convertirse en un equipo descorazonador, sin alma ni pasión por el juego. Se piensa en determinados hombres, aunque no se digan nombres de momento, a la espera de que haya una reacción de orgullo.

Al director deportivo se le achacan errores de fabricación. Bien se sabe que fue ponderada la constitución del grupo en los albores de la temporada, que incluso se ensalzó su capacidad en este sentido. El tiempo, no obstante, ha mostrado algunas carencias en la plantilla, como ha reconocido el propio Ángel Martín, que tuvo que tragar con la llegada de Hasegawa, el recomendado del entrenador. Pronto se dio cuenta de que falta un delantero, no solo como finalizador sino como luz de ataque, y ese será el primer fichaje que se haga cuando se abra el periodo invernal. Luego, pues se estirará la goma crematística hasta donde permita la Liga y los recursos propios. El club necesita ingresos y buena parte saldrán de algún patrocinio sobre el que se está trabajando. El dinero del que se dispondrá, no obstante, no está claro, aunque se piensa fichar un titular indiscutible.

Falta por saber hasta dónde llegará el crédito de Popovic. Ya pasó una crisis grave con ese empate de un equipo mejorado en Lugo, y sobrevivió una semana después tras un triunfo ante el Alavés. Ahora, si el equipo no reacciona, no le quedan muchas vidas. De hecho, si no hay un cambio sobre el que se pueda sostener un estado de optimismo, quizá no llegue a los famosos turrones. Lo dirán los resultados, claro. Las sensaciones, se sabe, eran malas incluso en la victoria, con un equipo que no transmitía ni alegría ni superioridad. Cayó en su trampa de la puerta a cero y la ficción devoró el fútbol que nunca existió.

No le ayuda a Popovic su incoherencia en las salas de prensa, rayando más de una vez lo absurdo. A más de un aficionado le suena a tomadura de pelo. A nadie le gusta que lo traten de bobo. Menos aún le ha ayudado su fútbol. El Zaragoza se agarró a un patrón único (4-1-4-1), ese que desde el club se le sugirió --o impuso, que cada uno lo mire como quiera--, pero lo cierto es que el equipo solo cuajó en el marcador. Al cabo, es un conjunto poco trabajado, que encontró una luz en Morán mientras los rivales se lo aprendían y que ya solo funciona a pelotazos. Así, desde luego, no llegará a Primera. No lo hará el Zaragoza, mucho menos su entrenador, subrayado en el paquete de culpables.

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