Fabio Fognini siempre ha pasado por ser un tenista molesto, de los que acostumbran a poner nervioso a su rival y capaz, de forma extraordinaria, de borrar de la pista a toda una gran estrella de este deporte, como fue el caso de Rafael Nadal, en Montecarlo. Adiós al sueño de conseguir una 12ª victoria en la tierra batida del Principado y adiós también al típico estreno victorioso del mallorquín en la superficie que más le gusta. Nadal estuvo irreconocible.

El resultado fue claro y preciso para el jugador italiano, que ganó a Nadal por 6-4 y 6-2 y que a punto estuvo de borrarlo literalmente de la pista durante el segundo set cuando lo dominó claramente por 5-0 y tuvo hasta tres pelotas de partido para destronar al mallorquín de forma rápida y contundente. No contó, sin embargo, con una reacción de última hora de Nadal que recuperó de la chistera su mejor tenis, al menos, para salvar el honor de no sucumbir con un juego en blanco y anotarse dos consecutivos en una remontada que parecía, como así fue, imposible. Fueron breves instantes en los que surgió el Nadal de toda la vida.

Rafa no ganará hoy el Masters 1.000 de Montecarlo por 12ª ocasión. Tenía, a priori, un horizonte aparentemente claro, primero ante Fognini, y después frente a Dusan Lajovic, quien venció al ruso Daniil Medvedev por 7-5 y 6-1. Fognini jugará por primera vez una final de Masters 1.000.

En el caso concreto de Montecarlo, Rafa no había perdido desde que en el 2015 Novak Djokovic lo derrotó, también en semifinales, por un doble 6-3. Defendió título Nadal en un torneo monegasco que significó el retorno a la actividad tras varias semanas parado por lesión. «Fue un mal día contra un adversario difícil. Los regresos después de una lesión no son fáciles. Probablemente he jugado uno de mis peores partidos en tierra batida en los últimos catorce años. Merecí perder», apuntó el español. La semana que viene jugará el Open Banc de Sabadell en Barcelona.