Hace diez años, en vida del gran Giovanni Agnelli, en la Fiat trabajaban cien mil turineses; ahora sólo lo hacen veinte mil. Sin embargo, esta aparente pérdida de empleo no ha hundido a la capital del Piamonte ni a su hermosa región. Al contrario, ha sido el detonante de uno de los más ambiciosos planes de diversificación económica que se están produciendo actualmente en Europa.

Sostener el empleo y disponer de nuevos vectores de desarrollo estable son los objetivos de la tarea que, en estos momentos, desarrollan diferentes consorcios y organismos en los que las instituciones públicas, las organizaciones sociales y las empresas privadas trabajan (e invierten y arriesgan) para recuperar el patrimonio histórico-artístico, lanzar un sector hostelero de alta calidad, promocionar la industria agroalimentaria y la enogastronomía, vender la marca "Piamonte" y al mismo tiempo cualificar el tradicional sector industrial ubicándolo sobre las nuevas tecnologías y el I+D.

El Piamonte tiene hoy cuatro millones de habitantes, casi una cuarta parte de los cuales vive en Turín. Dicha ciudad fue la primera capital de la Italia reunificada por los reyes de la dinastía Saboya, antes de convertirse en el corazón industrial y obrero de su país: Turín la Rossa , cuyas señas de identidad fueron la Fiat, la Juventus y el Partido Comunista de Italia. Ahora, en una apuesta por el futuro, las nuevas tecnologías son exhibidas como el contrapunto y complemento de un curioso retorno hacia la cultura de Corte , el refinamiento, el estilo y los placeres.

Uno de los programas destinados a potenciar la diversificación económica se fundamenta en la recuperación de los grandes y versallescos complejos palaciegos de los Saboya. Su rehabilitación, que comporta inversiones de cientos de millones de euros, aparece en estos momentos como una obra gigantesca. Porque, aunque parezca increíble, hasta hace sólo unos años, estos soberbios edificios estaban abandonados. Es el caso de La Venaria, 45.000 metros cuadrados de salones, galerías, invernaderos, caballerizas y jardines barrocos construidos en los siglos XVII y XVIII, que pronto recuperarán su pasada belleza.

Por supuesto, el Piamonte ha sido desde siempre una región rica y avanzada. Turín fue un epicentro de la revolución industrial a partir del siglo XIX. En esta ciudad nació para Italia el cine, el teléfono y el automóvil. Todavía hoy la Telecom, tiene en la capital piamontesa su centro de investigación, en el que trabajan 1.500 ingenieros y otros técnicos superiores.

Ese espíritu innovador sigue vivo y, pese al retroceso de la ocupación neta en la Fiat, la crisis ha quedado relativizada por la actividad de otras empresas (vinculadas o no a la gran marca) que trabajan en el campo del diseño y la tecnología. Sobre esta base, la diversificación se traduce en proyectos específicos de desarrollo sostenible asentados sobre la producción agroalimentaria del país: los vinos (Barolo, Barbaresco, Alba Langhe, Roero...) y los quesos artesanales (cuya variedad resulta abrumadora) son el mascarón de proa de una oferta de calidad. El Piamonte, en verdad, va como una moto.