Tras el crack del 29, las devaluaciones de monedas emprendidas por los países para hacer más atractivas sus exportaciones fueron uno de los elementos cruciales que llevaron a la Gran Depresión. Estados Unidos mantuvo la paridad del dólar con el oro, entonces de referencia, pero otros países no siguieron su ejemplo.

El primero en devaluar su moneda fue Australia en 1930. Le siguió Nueva Zelanda, lo que provocó un conflicto con Dinamarca, con la que disputaba el mercado mundial de mantequilla. Pero el gran detonante de la guerra de divisas fue la decisión del Reino Unido de depreciar más del 20% la libra esterlina en 1930.