La crisis pilló con el pie cambiado al sector de la construcción y su industria auxiliar. Así se aprecia en las localidades de Andorra y Gelsa, donde grandes compañías han ejecutado millonarias inversiones de escasísimo rendimiento, al menos por ahora. La caída del mercado ha dejado en desuso las modernas instalaciones allí levantadas, de las que se ha esfumado las abultadas previsiones de creación de empleo.

En la población minera, al calor de las ayudas del carbón, se impulsaron dos grandes proyectos. Cemex invirtió cerca de 100 millones de euros en una cementera dotada con la última tecnología que esperaba generar más de 200 empleos directos e indirectos, pero ni siquiera ha llegado a funcionar. A su lado, la gallega Prefabricados Castelo levantó otra gran planta de 18 millones de euros que acabó cerrando hace medio año --la empresa entró en concurso-- tras dos años trabajando a un nivel del 15% de lo comprometido. Y en Gelsa, Pladur (grupo Uralita) construyó una fábrica de yesos de 60 millones, y la promesa de 100 empleos, que tampoco ha llegado a ponerse marcha.

Tarde o temprano todos estos proyectos se activarán. Todo dependerá de cuándo la construcción salga de su profundo letargo, algo poco previsible --dicen-- hasta dentro de al menos tres años.