Dos veces en siete meses ha estado el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, sumido en un profundo debate sobre qué hacer con las ventajas fiscales para las rentas más altas aprobadas por George Bush. Y en ambas ocasiones han pasado por la Casa Blanca en medio de ese debate los dos hombres a los que más afectaría la subida de impuestos: Bill Gates y Warren Buffett.

En principio, el fundador de Microsoft y el de Berkshire Hathaway, iban ayer al 1600 de Pennsylvania Avenue, como en diciembre, a hablar de su Giving Pledge, el programa con que incitan a ricos de EEUU a destinar su dinero a la filantropía y para el que ya han sumado más de seis decenas de compromisos.

Buffett ha sido uno de los principales defensores del plan de Obama de acabar con las ventajas fiscales de Bush para gente como ellos. Y aunque en diciembre ese intento fracasó y el presidente acabó cediendo a la presión republicana, ahora vuelve a proponer subir impuestos a rentas mayores de 177.000 euros como parte del plan para atajar el déficit y elevar el techo de la deuda.

Mientras el 1% más rico da a las arcas públicas un 16,6% de sus ingresos, el resto de la población se deja el 22,5%. Y Buffett paga, por ejemplo, lo mismo en tasas destinadas a la seguridad social que alguien que ingresa alrededor de 76.000 euros.