Imagínese que está viendo una tragedia en el bello teatro romano de Emerita Augusta a comienzos del siglo II. La trama se complica hasta tal punto que parece no poder avanzar. En ese momento, una rudimentaria grúa introduce a un dios mitológico en la escena que resuelve la situación.

Dios surgido de la máquina: Deus ex machina, en latín. Ese truco escénico es el origen de una expresión actual que define esos elementos externos a la lógica interna de una historia que la resuelven amenazando su coherencia interna y dejando una sensación extraña en el público.

Precisamente, ayer los mercados tuvieron un giro extraño en su comportamiento, pero en este caso no respondió a que un dios cayese del cielo, sino a pequeños detalles no demasiado sólidos.

Los mercados europeos abrieron con bríos compradores gracias a que el martes Wall Street vivió su mejor jornada del año merced a los buenos resultados empresariales. También hubo optimismo sobre un posible paso adelante en la resolución de la crisis del euro por la reunión de Merkel con Sarkozy y los rumores de que el BCE podría comprar deuda griega conjuntamente con el fondo europeo de rescate.

Habrá que ver si la cumbre del eurogrupo de hoy confirma esas sensaciones positivas que ayer sirvieron para que el Ibex 35 subiera el 3,06%, su segundo mayor incremento del año, y para que la prima de riesgo bajó a los 320 puntos. Ahora, como la reunión no ofrezca avances, sí que vamos a necesitar un dios griego.