"La cebolla dulzona, tierna, que no pica ni repite", como dice el productor de Fuentes de Ebro, Daniel Molina, ya es "única en el mundo". Ayer, la alcaldesa del pueblo de las cebollas, María Pilar Palacín, colocó la primera etiqueta que cataloga a los bulbos del municipio zaragozano como Denominación de Origen Protegida (DOP). "Y así --explicó Molina-- se le garantiza al consumidor que lo que está comprando es una auténtica cebolla de Fuentes de Ebro".

De esta forma, además de apostar por la calidad del producto, se evitan todo tipo de fraudes y falsificaciones que se habían producido con este alimento autóctono. "Hay otras cebollas que traen el mismo aspecto exterior, pero no todas son cebollas de Fuentes de Ebro. Muchas veces intentan engañar al consumidor". "Queremos conseguir que el cliente se dé cuenta de lo especial y distinto que es nuestro producto. Que busquen nuestra etiqueta por nuestra calidad", dijo Molina.

Esta temporada, la DO tiene previsto comercializar alrededor de 3 millones de kilos de cebollas, gracias a la labor de 20 agricultores en 55 hectáreas. Y tres serán las empresas que operen con la cebolla que no pica: La Corona, Agrofuentes y Jumosol, de la que es presidente el propio Molina. Esta producción se venderá especialmente por territorio nacional. Aunque también se comercializará en el extranjero, en países como, por ejemplo, Alemania, Francia o Países Bajos. "Ya tenemos un bagaje, y a nivel nacional se nos va a poder comprar en todos los sitios. Queremos que en toda España se hable de esta cebolla, como ya pasa en Aragón".

Han sido ocho largos años de trabajo que, al final, han terminado con final feliz. Así lo expresó Ricardo Revilla, presidente provisional del Consejo Regulador de la DO, quien dijo que "España es un mar de cebollas. Pero estas son las únicas protegidas". También Molina entendió que ayer era un día grande para todos los fuenteros, porque este bulbo "forma parte del alma de todo el pueblo". Y si no, que se lo pregunten a uno de los agricultores que, cuando se estaban catalogando las primeras cajas, fue rápidamente a buscar a su mujer para animarla a participar: "Ven aquí conmigo, cariño, a poner una etiqueta".