Los constantes ataques a la deuda que están sufriendo los países europeos tienen un precio. Y es alto. En el caso de España supone al menos 5.000 millones de euros de sobrecoste, que responde a lo que se han encarecido de media las nuevas emisiones de letras y obligaciones del Tesoro desde que se desató la tormenta financiera en mayo del año pasado.

El rendimiento medio de las nuevas colocaciones era del 1,65% en abril del pasado año, mientras que en la actualidad supera el 3,6%, según datos facilitados por el Tesoro. Una muestra del efecto de la presión de los mercados: la subasta celebrada ayer de obligaciones a 10 años se cerró con un interés marginal del 5,921%, el 9% más que un mes antes y el tipo más elevado desde 1997. A tenor de la cifra adjudicada, eso supuso un sobrecoste para las arcas públicas de casi 10 millones de euros en un solo mes.

En los presupuestos del Estado se recoge este año una cifra de 27.436,6 millones para gastos financieros, el 18,1% más que en el 2010. Y es previsible que en las cuentas del 2012 tenga que incrementarse más la cantidad, según explican fuentes del ministerio e Economía.

En todo caso, el coste medio del conjunto de la deuda viva del Estado --en torno a 566.000 millones de euros en mayo-- se encuentra aún por debajo del 4% (según los últimos datos oficiales era del 3,89% hasta el pasado mes de junio). Pero la tendencia al alza es peligrosa.

"Para España, que tiene déficit y que precisa financiarlo y, no solo tiene que captar inversores para renovar deuda sino para emitir nueva, un coste alto es una hipoteca en las cuentas públicas para los años venideros", según subraya Jordi Fabregat, profesor de Finanzas de Esade.

Por ello, considera que resulta esencial que el diferencial con el bono alemán a 10 años, la referencia para los inversores, se reduzca a la mínima expresión y las nuevas emisiones puedan financiarse a precios "alemanes".