La batalla política que se vive en Washington para aumentar el techo del endeudamiento y sortear una posible deriva hacia una nueva y devastadora recesión entró ayer en su momento definitivo. Con los dos grandes partidos fracturados, un presidente retraído y la constatación de que el país se ha vuelto ingobernable, ya no hay tiempo para menudencias políticas.

A cinco días de la fecha límite, solo quedan tres alternativas: el plan republicano, el plan demócrata o la suspensión de pagos. Aunque casi todos quieren resolver la crisis, ninguno de los planes parece contar con el respaldo necesario del partido rival.

Ayer por la tarde estaba previsto que se votara en la Cámara baja el plan de su portavoz, el republicano John Boehner. Pero unas horas antes ni siquiera tenía el apoyo suficiente de su partido. Los mismos congresistas con la camiseta del Tea Party que permitieron a los republicanos recuperar el control del Congreso el año pasado, se han rebelado contra sus líderes. En su cruzada por recortar gastos para reducir el tamaño del Gobierno a la mínima expresión, se oponen a aumentar el techo de la deuda.

Boehner ha intentado poner orden, pero aunque su propuesta para aumentar en una primera fase el crédito del país en casi un billón de dólares a cambio de recortes de gasto por un importe semejante, los demócratas en el Senado, donde tienen mayoría, se han comprometido a descarrilar el plan a menos que sea reformulado. Los mercados están inquietos, pero aguantan con más temple y cordura que los políticos. Los consejeros delegados de los bancos más importantes del país enviaron ayer una carta al presidente Obama y al Congreso reclamando una solución antes del 2 de agosto. "Las consecuencias de la inacción para nuestra economía, los negocios, las familias, el ya agobiado mercado laboral o el liderazgo económico global de EEUU serían muy graves", decían.

Obama está desaparecido y, aunque acabara aprobándose el plan de su partido, ha claudicado ante las tesis republicanas. La propuesta del senador demócrata Harry Reid solo incluye recortes de gastos. Ni un solo centavo en impuestos de más.