No ha sido por la crisis ni por nada parecido. Aunque reconocen que también la han notado. Montesa y Foncea, dos comercios familiares zaragozanos, de esos que reciben la lujosa etiqueta de "de toda la vida", cierran sus puertas. En el primer caso, la carnicería bajó las persianas de forma definitiva ayer. Y la vinacoteca lo hará hoy. ¿La razón del cierre de ambos comercios? Las dueñas se jubilan.

Ni una lágrima de tristeza ayer en la plaza de San Felipe. Por el contrario, solo abrazos, besos, felicitaciones y muchos buenos recuerdos en la carnicería Montesa. Todo acompañado con buen champán y jamón para celebrarlo. No era para menos tras 115 años de funcionamiento ininterrumpido. Las tres hermanas que regentaban el negocio (Pepa, Pilar y Carmen) se jubilan después de alrededor de cinco décadas de trabajo. Y los clientes habituales, casi más emocionados que las propias hermanas, se han estado acercando sin cesar en las últimas semanas a despedirse y desearles lo mejor en su nueva etapa.

"Ha llegado el momento, como todo en la vida", comentaba Pepa. Con el mostrador lleno de flores y dulces regalados por sus clientes, la actividad a primera hora era ayer igual de frenética que todos los días. Pero en vez del típico "adiós" cuando el cliente se marcha tras una compra, las despedidas eran casi para enmarcar: "Pepita, que os dure la jubilación lo mismo que el trabajo y en las mismas condiciones", le decía una clienta habitual. A lo que Pepa le reconocía que su trabajo nunca le había resultado costoso: "Lo he hecho a gusto, la verdad".

De la carne al vino

"No echaremos en falta el cariño de los clientes, porque nos seguiremos viendo, ahora por la calle o donde sea", asegura Pepa. Lógicamente, tanto tiempo trabajando en un negocio de estas características da para crear muchas amistades. Y para saberse al dedillo lo que viene a comprar cada uno. "Este señor querrá ternera, pero se nos ha acabado, si quiere le encargo para mañana", le decía Pepa este jueves a un hombre que acababa de entrar, para evitar que hiciera una cola innecesaria. Incluso compradores que no han podido ir a despedirse en persona les han llamado, desde gente que estaba de vacaciones hasta un consumidor que pasaba unos días en Bruselas.

Conocida sobre todo por sus longanizas, chorizos y salchichas elaboradas a la manera tradicional --ayer se acabaron prácticamente todas las existencias--, más de un cliente echará en falta sus productos. Pero pueden estar tranquilos. Pepa, Pilar y Carmen son la cuarta generación de la familia Montesa: sus bisabuelos iniciaron la empresa familiar en 1896. Y la quinta la recogerá su sobrino, que regenta ya otro negocio Montesa, también una carnicería, en Las Fuentes. "Les vamos a pasar las recetas", aseguran.

En la calle de Sanclemente, Foncea llevaba 75 años abierto al público. Desde 1997, el comercio servía los mejores vinos junto con productos delicatesen (quesos, conservas de caza...). Y, a lo largo del día de hoy, también cerrará sus puertas al jubilarse su propietaria actual, Araceli Murillo. Están siendo unos días duros para la dueña, a la que le vuelven a la mente muchos recuerdos. Representa, como las Montesa, la cuarta generación que regenta el negocio. Ella y su esposo, ya fallecido, se hicieron cargo del establecimiento en 1975 y lo convirtieron entonces en una tienda de ultramarinos, cuando había nacido como una tienda de frutas y verduras.

Caminar a partir de mañana por Sanclemente o San Felipe será extraño para más de uno. Bien es cierto que Foncea y Montesa han vendido siempre productos muy diferentes. Pero ambas comparten, además de unas causas similares que les llevan a cerrar el comercio, el reconocimiento y el cariño de miles de zaragozanos a los que han tenido el gusto de servir durante todos estos años.