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EL SECTOR AGROALIMENTARIO

El aceite que gusta a todos

Aunque el volumen de exportaciones todavía está por despegar, cada vez más mercados se rinden a la delicadeza del oro líquido con Denominación de Origen del Bajo Aragón

Cuentan los libros de historia que, en el siglo XIX, el comercio marítimo llevaba el aceite del Bajo Aragón hasta Marsella, cuyo puerto era un centro neurálgico europeo para las transacciones. Y en su mercado, el oro líquido elaborado con la variedad empeltre, propia de la comunidad aragonesa, era el mejor pagado. Por eso no extraña, aunque 200 años después, que el preciado óleo nacido de estas aceitunas negro azabache seduzca cada vez a más consumidores de distintos países gracias a sus delicadas características y su máxima calidad, virgen extra.

"El aceite con Denominación de Origen (DO) Bajo Aragón gusta siempre", sentencia Juan Baseda, director técnico de su consejo regulador. ¿El secreto? "Es poco amargo, poco picante, suave, armónico, equilibrado y dulce. Tiene buena entrada en todo tipo de consumidor y cocina porque potencia el plato donde se aplica, no quiere ser el protagonista", describe Baseda. Estas peculiaridades organolépticas son resultado de conjugar variedad, zona y clima, pero, sobre todo, de "cumplir los parámetros de una buena elaboración".

En este sentido, el presidente de la DO, Alfredo Caldú, apunta que es fundamental que transcurra el menor tiempo posible entre la recolección y la molturación (proceso de machacar la oliva). Como máximo, 24 horas. "Si no, tiende a fermentar, lo que es nefasto para la calidad del aceite. Aquí, todo el proceso se completa el mismo día", afirma. Desde que se comenzó a comercializar aceite con este sello de calidad, en el año 2000, la evolución de la producción y las ventas ha sido muy notable. "Empezamos con 200.000 litros y la pasada campaña alcanzamos los 12 millones", calcula.

Como los barcos que zarpaban desde Tortosa y atracaban en Marsella hace dos siglos, el aceite producido en el sur de la comunidad emprende un largo viaje hasta sus destinos. Almazara de Jaime, en Belchite, estrenó su pasaporte en el 2007 para ir a China. Pero pronto empezó a estar muy copado por la competencia, y la escasa rentabilidad por los aranceles y los cambios de etiquetado dejaron de hacerlo atractivo. Así que le buscaron un sustituto sorprendente: Kazajistán. "Es una tierra de oportunidades, una plataforma para entrar en otros países. Es un país emergente, el noveno más grande el mundo, seguro y con bastante cultura del aceite", asegura Sandra Jaime, copropietaria de la almazara.

En su comercio exterior de esta firma también juega un papel clave su tienda on line. Los primeros pedidos fueron pequeños, para españoles que vivían en Estados Unidos, Londrés o Panamá. Luego, cogieron el testigo Alemania y Austria, donde cada mes vende 1.000 litros de aceite.

Por su parte, la cooperativa San Isidro de Mazaleón aprovecha las sinergias que le aporta ser productora de melocotón con denominación de origen de Calanda. "Muchos clientes de la fruta se interesaron por nuestro aceite y eso nos abrió las puertas de la exportación", reconoce Javier Sancho, gerente de la entidad. De momento, su único mercado es Alemania, donde comercializa unos 30.000 litros de su aceite (un tercio de lo que envasa). "Cuando hay poca cosecha en España podemos competir con el aceite andaluz, pero si no, es imposible. Así que el mercado exterior te da más estabilidad de precios. Además, gusta que te aprecien fuera", añade. Sin embargo, Baseda considera que "hay mucho por hacer", ya que "solo el 4% de las grasas que se consumen en el mundo proceden del aceite de oliva".

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