Termómetros rozando los 30 grados en pleno mes de octubre, glaciares que desaparecen, incendios que se extienden rápidamente y embalses casi secos. Es la estampa que dejan en Aragón los últimos meses de interminables olas de calor y muchos paraguas bajo el brazo a la espera de una lluvia que no cae.

Este verano ha sido calificado por la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) como el más cálido en España desde que hay registros, con un aumento de la temperatura media por encima de los dos grados. Además, durante parte de la primavera y el verano ha llovido un 50% menos que la media de los últimos 20 años en la cuenca del Ebro.

Una situación inusual que ha tenido como consecuencia devastadores incendios como el de mediados de agosto en la zona del Moncayo, con miles de hectáreas afectadas y vecinos desplazados, y episodios de sequía en la provincia de Huesca, donde se ha llegado a pedir a los ciudadanos que adopten medidas para ahorrar agua en los hogares.

Glaciares y reservas de agua

Otro dato alarmante llega desde los Pirineos, donde entre cuatro y cinco glaciares han desaparecido totalmente de la cordillera este año, según los cálculos del Instituto Pirenaico de Ecología. La evaporación de las masas de hielo sorprende por su rapidez. Así pasa con el pico de la Maladeta, cerca de Benasque, que este año ha perdido tres metros de grosor en su parte superior.

En una situación crítica se encuentran también los ríos y embalses de la comunidad. Según los datos de la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE), en el año hidrológico que va del 1 de octubre de 2021 al 1 de octubre de 2022, ha habido un 13% menos de precipitaciones que la media de los últimos 20 años. Destacan sobre todo el periodo de mayo, junio y julio, con un 50% menos de lluvia. 

Entre cuatro y cinco glaciares del Pirineo han desaparecido totalmente este año debido al aumento de la temperatura global. EL PERIÓDICO

«Las reservas de los embalses se sitúan por debajo de los 2.900 metros cúbicos (37%), una cifra inferior a la media de los últimos 5 años, que es de 4.200 hectómetros cúbicos (53%)», informa el organismo, que lo achaca a las bajas precipitaciones y al calor que hace que el agua se evapore antes.

Un verano interminable

Para el delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Aragón, Rafael Requena, la situación que estamos viviendo no es normal y es consecuencia directa del cambio climático y del calentamiento global.

«Que las temperaturas van en aumento es algo evidente. Los veranos empiezan antes y acaban más tarde. Los inviernos llegan y además puede haber episodios extremos como el temporal Filomena que tuvimos el año pasado», explica el meteorólogo.

Este verano en nuestro país ha sido el más cálido que se recuerda. «La primera ola de calor la tuvimos en mayo y a mediados de junio ya estábamos en 40 grados», dice Requena. Esta misma temperatura se ha rozado en algunos puntos de España durante la semana pasada, mientras que en Aragón el mercurio se ha mantenido en los 30 grados, con los que la comunidad suma ya cinco meses de temperaturas veraniegas.

Como consecuencia del este año seco y cálido, este verano ha habido grandes incendios como el de Añón del Moncayo. EL PERIÓDICO

Días secos y lluvias torrenciales

Las alteraciones que provoca el cambio climático afectan también a las lluvias, que se distribuyen de un modo diferente. «Cada vez hay menos días de lluvia pero cuando llueve, llueve más. Pueden pasar meses sin caer ni una gota y en dos horas cae la mundial», expone el delegado de la Aemet. 

Las lluvias torrenciales acompañadas de granizo son un fenómeno cada vez más frecuente, y también se dan paradojas o «intercambio de papeles», como que en Galicia haya sequía, mientras que en Murcia o Valencia se producen inundaciones.

Todas estas situaciones que pueden parecer normales a la gente joven, no lo eran hace 30 o 40 años

Lo mismo ocurre en Aragón, donde según Requena, la primera quincena de octubre no ha llovido «ni una gota» en toda la provincia de Huesca, y la situación de sus embalses es peor que la de los embalses de la provincia de Teruel, cuando «suele ser al revés».

Cada vez mayor variación

Todas estas situaciones que pueden parecer normales a la gente joven, no lo eran hace 30 o 40 años. «Cada vez se estrecha más la época invernal, aunque el invierno llega e incluso con episodios extremos, lo que no resta credibilidad a lo que está pasando», sostiene el delegado de la agencia meteorológica.

España está situada en la zona media del hemisferio norte, donde la circulación general atmosférica es más inestable. «En los polos y trópicos los cambios no son tan bruscos. En nuestra zona hay más variaciones y eso es lo que hace que haya diferencias entre el verano y el invierno», dice Requena.

Con el cambio climático, las ondulaciones son cada vez mayores, «por eso podemos tener en un mismo año episodios polares, olas de calor y tormentas tropicales», afirma del delegado del Aemet. Un ejemplo es Danielle, la tormenta tropical que se originó a finales de verano en pleno Atlántico, en un lugar «poco habitual» para que se formen este tipo de ciclones, lo que se debe al «aumento de la temperatura del mar» en estas latitudes.