Poco a poco, las víctimas de la mayor barbarie terrorista vivida en este país, la masacre del 11-M, van rehaciendo sus vidas. Un año después del atentado, 7 de cada 10 afectados han vuelto a la normalidad, según el responsable de salud mental de la comunidad de Madrid, Franciso Ferré.

Los psiquiatras y psicólogos de la capital han atendido a 3.074 personas, que han generado más de 13.000 consultas después de que un grupo vinculado a Al Qaeda reventara cuatro trenes en las estaciones de Atocha, Santa Eugenia y Pozo del Tío Raimundo y en la calle de Téllez (próxima a Atocha).

La masacre causó 191 víctimas mortales y lesionó a más de 1.600 personas. Además, el geo Francisco Javier Torronteras murió cuando siete terroristas se suicidaron en Leganés (Madrid) el pasado 3 de abril, al verse cercados por la policía.

LAS PATOLOGIAS Durante estos meses, los expertos en salud mental han tratado de paliar los trastornos de ansiedad, depresión, síndrome de estrés postraumático y pánico que padecen los afectados del 11-M. Además, han intentado que esas personas dejen de ser víctimas para convertirse en damnificados.

"Una víctima es una persona inmovilizada socialmente, actúa como tal, no tiene más límites que los de su demanda y piensa que el Estado tiene que compensarla por su dolor", explica Ferré. Por contra, un damnificado "es un individuo normal que ha sufrido una situación anormal". Por ello, es importante el apoyo psicológico que las víctimas están recibiendo en centros públicos o clínicas privadas.

LAS FASES En cualquier caso, tanto unos como otros, atraviesan las mismas fases tras la tragedia: estupor, derrumbamiento, hostilidad y negociación. Un proceso que no es igual en todas las víctimas, aunque un número importante de ellas ha conseguido salir adelante con terapia y con sus propios recursos. Es el caso de los heridos de mayor gravedad, los amputados, que asombran día a día a los médicos por su permanente afán de superación.

Sin embargo, los familiares y allegados de los fallecidos son los que más están tardando en recuperar la normalidad. "Tienen que aprender a vivir de nuevo y superar la ausencia del ser querido", dice Ferré. Es lo más difícil y por ello los esfuerzos de los médicos se centran en evitar que las patologías se hagan crónicas y pasen cuanto antes a la fase de resignación. Por ello, los psiquiatras aceleran las altas para forzar a esas personas a recuperar la normalidad, aunque les dejan la puerta abierta por si los síntomas se reproducen.

Esa actuación médica es criticada por la Asociación 11-M. Su vicepresidente, Jesús Ramírez, herido en la estación del Pozo, cuestiona esa medida y recrimina que haya disminuido esa atención psicológica. Por su parte, Ferré justifica la reducción de la plantilla por el descenso de la demanda, un 26% en diciembre.

El responsable de salud mental de Madrid también defiende la necesidad de ir clausurando los expedientes administrativos de los afectados del 11-M para cerrar heridas. El departamento del Interior que dirige el ministro José Antonio Alonso ha resuelto 1.510 expedientes de indemnización de 851 víctimas por un total de 44 millones de euros, algo más de 7.300 millones de pesetas (42 a familiares y el resto para heridos graves). También ha tramitado 2.590 procesos de regularización, ha concedido 1.798 tarjetas y autorizaciones de residencia (890 a víctimas y 908 a sus familiares) y ha denegado 1.587 peticiones.

La Fundación Víctimas del Terrorismo ha destinado 2,5 millones de euros (415 millones de pesetas), donados por los ciudadanos, a las víctimas del 11-M. Un millón y medio se ha dedicado a becas para los huérfanos. El resto se ha empleado en costear ayudas para los amputados y en pagar las terapias de familiares (250 millones de pesetas) y allegados de los fallecidos. Además, el Ministerio de Trabajo de Jesús Caldera ha creado un organismo para gestionar 12

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