Poco después de la reunión vespertina que mantuvo el martes Federico Trillo con los cuatro principales encausados en el caso de los trajes, Mariano Rajoy llamó a Francisco Camps. Según fuentes del Partido Popular, el líder de los conservadores le dijo que solo le cabían dos posibilidades: pagar la multa y reconocer la culpabilidad en el caso o dimitir y defenderse. Ninguna era buena, insistió. Y fue aquí, en esta llamada clave, donde Camps empezó a preguntarse si lo que había acordado era la mejor solución.

El ahora expresidente autonómico, junto a los otros tres implicados y sus abogados, acababa de pactar con Trillo --responsable de Justicia e Interior de los populares y mediador entre los intereses del PP central y los de los valencianos-- que dada la gravedad de la situación, lo mejor era ejecutar el plan B que fue trazado hace un año, como publicó entonces este diario: declararse culpables de los delitos y pagar.

Solo había un escollo: Ricardo Costa. El exsecretario general del PP valenciano, aconsejado por su abogado, Ramón Hermosilla, pensaba que, en su caso, resultaba más conveniente anteponer su situación procesal a su situación política, pues está acusado en otra causa ligada también a la trama Gürtel --de más entidad que el caso de los trajes, porque se le imputa un delito de financiación ilegal que quizá le lleve a la cárcel-- y reconocer su culpabilidad podría complicar su defensa posterior. Pero Costa accedió a la propuesta de Trillo con una única condición. Quería ser el último en llegar al tribunal y asumir su culpa.

La marcha atrás

Llegó la mañana de ayer. Todo iba según lo previsto. Víctor Campos y Rafael Betoret, los otros dos encausados, acudieron al juzgado y aceptaron que habían cometido un cohecho impropio. Incluso se avisó al tribunal de que Camps iba a hacer lo mismo. Sin embargo, poco después, el ahora dimitido dio marcha atrás. Agobiado por su situación mediática y familiar y por el lugar político que iba a ocupar tras reconocer que había mentido y cometido un delito, así como influido por su trascendental conversación del día anterior con Rajoy, decidió retirarse. Le siguió Costa. Si Camps no asumía el delito, él tampoco lo iba a hacer.

Y entonces, al conocer este vuelco, el líder del PP llamó a Antonio Fabra. Al alcalde de Castellón siempre se le había considerado el sucesor natural de Camps, con quien no tiene una mala relación. Por eso el 22-M fue de cabeza de lista por su provincia. Tal y como habían quedado previamente, ante la posibilidad de que el hasta ayer presidente valenciano tuviera que dimitir si se complicaba su proceso, Rajoy le comunicó que era el elegido para sustituir a Camps al frente de la Generalitat valenciana.

A las siete y media de la tarde, tras la breve comparecencia en la que anunció su retirada, Camps ofreció sus explicaciones a la Junta Directiva regional del PP y dijo que Fabra tomaba el relevo.