Mariano Rajoy tiene prisa por cerrar el capítulo de la dimisión de Francisco Camps y reorientar las fuerzas de un partido que ahora se siente aliviado a atacar a Alfredo Pérez Rubalcaba, su adversario en las generales. De hecho, la mayoría de los dirigentes del PP trataron de ceñirse ayer al argumentario que para la jornada se había cocinado en la sede central del partido y que consistía, además de en alabar públicamente el gesto de Camps, en provocar a los socialistas equiparando el caso de los trajes con el caso Faisán y exigiendo que Rubalcaba y su sucesor en Interior, Antonio Camacho, abandonen la política como ha hecho el ya expresidente valenciano. Obviando sin disimulos que Camps está imputado en un caso de cohecho impropio y a punto de ir a juicio, y Rubalcaba y Camacho ni siquiera son testigos de la causa sobre el chivatazo a ETA, los conservadores siguieron al pie de la letra las instrucciones.

"Camps se aplicó ayer una medicina amarga, que es asumir responsabilidades políticas. Nos gustaría ver a Rubalcaba probando esa misma medicina, dándole un traguito a la medicina amarga de asumir responsabilidades políticas", dijo ayer el portavoz del PP, Esteban González Pons. Para Pons y para Soraya Saénz de Santamaría, es más grave "traicionar a la policía y a la Guardia Civil" que la vinculación de Camps con la trama Gürtel.

CHAVES Y BONO El responsable de justicia de los populares, Federico Trillo, también se pronunció en esa línea e, incluso, amplió los objetivos de tiro. "Nosotros ya llevamos la lucha contra la corrupción en la batalla para la victoria del 96. El propio Francisco Camps ha posibilitado y reforzado que ahora volvamos a hacerlo. No vamos a parar de recordar que no es lo mismo cuatro trajes que el incremento patrimonial de José Bono y la causa de Manuel Chaves", remató.

Como era de esperar, también Javier Arenas aprovechó la ocasión para airear el caso de los ERE en Andalucía, y muchos de los presidentes autonómicos conservadores hicieron lo propio en sus respectivas comunidades.

La táctica de contrataque que quiere poner en marcha el PP no es nueva. La estrategia de los populares para sortear el caso Gürtel ha sido siempre la misma: intentar darle la vuelta a la tortilla justo en el momento en el que amenazaba con quemar las manos de los populares.

ATAQUES A GARZÓN Así, cuando se hizo pública esta causa y estalló la tormenta de la corrupción sobre el PP, los conservadores decidieron hacer piña y atacar sin piedad al juez que instruía dicho caso, Baltasar Garzón, y al entonces ministro de Justicia, Mariano Fernández Bermejo, por haber participado juntos en un acto social --una cacería-- en pleno estallido de la polémica. La operación terminó con el magistrado de la Audiencia Nacional pendiente de juicio en el Tribunal Supremo y la dimisión del ministro, aunque por el camino también cayeron varios cargos populares salpicados por la red Gürtel, incluido el entonces tesorero Luis Bárcenas. Ahora se ha ido Camps, pero ya hay quien anuncia en el partido que su retirada es solo temporal.

Tanto González Pons como Arenas aprovecharon ayer sus comparecencias públicas para apuntar que, una vez que pase el juicio por los trajes --dan por sentado que Camps será absuelto--, el PP volverá a contar con el expresidente valenciano. "Si realmente es inocente y así lo dicen los tribunales, Mariano tendrá margen desde el Gobierno para buscarle una salida digna en política, pero ya veremos", respondió ayer un dirigente cuando se le preguntó por esta cuestión.

Pero en estos momentos los cargos y diputados populares piensan poco en el futuro de Camps y le dan vueltas al presente y a la estrategia que, frente a un caso tan difícil, ha seguido su jefe de filas. Y hay bastante consenso en que la táctica de dejar pasar el tiempo para situar a Camps en una situación psicológica límite en la que tuviera que elegir entre susto o muerte, esto es, entre declararse culpable ante un juez para evitar el juicio o dimitir, es, cuanto menos, "rocambolesca" y "enrevesada".

RELEVO Mientras tanto, el PP de Valencia prepara el relevo en el Gobierno autónomo: el próximo martes, Alberto Fabra será el nuevo presidente de la Generalitat valenciana. Camps aún tiene que confirmar si quiere seguir o no formando parte del grupo en las Cortes regionales y varios de los integrantes de esa fuerza siguen pendientes de los tribunales. Además del caso de los trajes, hay otro sobre financiación ilegal por resolver e incertidumbre sobre la reacción de la opinión pública.