El Rey, más si está de vacaciones, es un hombre normal. Si lo sorprendes totalmente déshabillé, sin sus vestiduras rituales o un edecán cerca, responde como cualquiera. En efecto, mejor que haya acuerdo a elecciones, lo diría cualquiera igualmente sorprendido en Cullera, Chipiona o Menorca, sobre todo por respeto a la decisión de lo que ya se ha votado.

Pero si no, pues también es igual de constitucional llegar a un acuerdo como no llegar; las elecciones repentinas son una opción que los padres constituyentes previeron, sabedores de que algún político torpe o presuntuoso nos caería. Fuera de la normalidad de estar humanamente de vacaciones regias, mejor no salirte del pellejo constitucional que dice que no te corresponde animar a la afición.

Pedro Sánchez va a ver al Rey a su residencia veraniega, como en los tiempos del todopoderoso duque de Medina Sidonia. Los propios iban a por atún y a ver al duque. Está bien que vea al duque pero, hoy por hoy, importante y urgente es el atún. Y el atún , rentas de almadraba aparte, es que haya Gobierno, y eso no depende del duque, supongo.

A esta alturas, Sánchez debe saber, como todo el mundo, que solo él puede formar Gobierno, salvo que se tenga en cuenta la disparatada propuesta de la derecha de que gobierne Pablo Casado con el cada día más catarriberas de Albert Rivera.

Pero Sánchez lo que no parece digerir es que si quiere ser presidente le quedan escasas posibilidades, si no ninguna, sin Unidas Podemos. Ya se lo habrá dicho Joan Baldoví y pronto se lo dirá Aitor Esteban.

Erre que erre

En este tiempo de asesores celestiales que se deslocalizan como las empresas en crisis, y lo mismo están a la derecha que a la izquierda, a Sánchez le han explicado que su jugada es maestra. Llama a la sociedad civil -decía Isabel Celaá, portavoz del Gobierno central, que sociedad progresista (sic)-, para que parezca que habla en nombre de ellos, pero no, esto es un sistema de partidos que ya tienen la confianza según lo votado, lo ha dicho hasta el Rey, de politólogo, en su faceta mundana ya citada.

Sánchez no puede hablar en nombre de la sociedad civil, puede hablar, como máximo, en nombre propio o de su partido, de momento, o de los electores, que ya veremos si hacemos caso a las encuestas. Se empeña el presidente en funciones en querer serlo para funcionar con el apoyo de su enemigo preferente, Unidas Podemos, pero pidiendo responsabilidad votante a sus enemigos de verdad, PP y Cs. En política, todos los enemigos son de verdad, y entre los amigos, apenas hay alguno verdadero, pero ahí sigue, erre que erre.

Sánchez se ha visto con Baldoví, hombre sensato, luego se verá con gente sensata del PNV, con los devotos de Miguel Ángel Revilla y solo le queda su enemigo preferente. Esperpéntico. Se ha visto con su sociedad civil y le queda contarnos si se ve con alguien más que no nos pueda contar. «Procura descubrir la verdad por entre las promesas y dádivas del rico, como entre los sollozos e importunidades del pobre». No son palabras mías, son de Don Quijote a Sancho antes de ser investido gobernador de la ínsula Barataria.