Los trenes de cercanías de Zaragoza ya no tienen ninguna excusa para llegar con retraso. Un reloj suizo, el mismo que hay en todas las estaciones de Suiza, marca desde ayer las horas en el Portillo. El presidente helvético, Pascal Couchepin, aprovechó su visita a Zaragoza por el día de su país en la Expo para entregar a la ciudad un reloj suizo, con el que pretende recordar a todos los zaragozanos "la importancia que ha supuesto para Suiza su participación en la Expo".

La inauguración del nuevo reloj tuvo lugar en la estación de El Portillo puntualmente a las ocho de la tarde presidida por Pascal Couchepin; el alcalde de Zaragoza, Juan Alberto Belloch; varios concejales y un concurrido número de representantes sociales e institucionales. La apretada agenda institucional impidió al primer edil mostrar la nueva estación a la comitiva suiza, que sí aprovechó la ocasión para bajar a los andenes por su cuenta. De hecho, su visita apenas duró unos minutos, aunque la palma se la llevó el teniente de alcalde Carlos Pérez Anadón, que no hizo mas que poner los pies en el suelo y volver a montarse al coche oficial.

"Queremos que los zaragozanos tengan este símbolo de nuestro país para que se acuerden de nuestra visita", indicó Couchepin antes de dirigirse al Ayuntamiento de Zaragoza para otro acto protocolario en el que ya le esperaban de nuevo los representantes municipales.

El dirigente suizo bromeó también con la puntualidad del reloj ante las preguntas del público que se encontraba a esa hora en la estación. "Es suizo", indicó.

Pero no todos estaban pendientes del nuevo reloj. Una pareja de ancianos sentados frente a la estación observaban con indeferencia la llegada, una tras otra, de más de una veintena de berlinas. "Qué mal que está terminado todo. Mira las baldosas, no haces más que andar y ya te has tropezado. ¡Es que las baldosas están muy mal y vaya bancos, menudo zurruto!", exclamó la mujer a su pareja. "¿Qué tendrán que ver los bancos con las baldosas?", le contestó el hombre. "¡Pues que está todo muy mal!", insistió la mujer. "Anda vamos, que te enfadas y luego lo pagas conmigo. Ya no te nombro concejala", concluyó.