Nathy Peluso sabe que lo bueno se hace esperar. La argentina ha subido al escenario con veinte minutos de retraso, pero a su público se le ha olvidado la espera en pocos segundos. Las casi 3.000 personas que han disfrutado de la artista en el pabellón Príncipe Felipe han cantado, bailado y vibrado durante todo el concierto.

Peluso se ha acercado al micrófono como una modelo en una pasarela, mostrando que su intención, además de entretener, era seducir a un público que estaba predispuesto a todo. El gran aliado de Peluso, un ventilador, ha encendido su primer baile, que ya ha hecho enloquecer a todo el público. La cantante ha terminado de marcar la pauta con su saludo a Zaragoza: «Espero que hayan venido a gozar... Gocen, que la vida es solo una».

Sana sana ha levantado a los asistentes de la silla y pocos han vuelto a sentarse, para disgusto de los organizadores, que no han parado en todo el espectáculo de intentar mantener calmado a un público enfervorecido.

Peluso, que ha actuado con una puesta en escena sencilla formada por sus músicos y un simple juego de luces, ha regalado al Príncipe Felipe un show de impresionante baile. La argentina casi ha estado más rato de espaldas al público que mostrando su cara, para enseñar que pocas artistas en el planeta saben bailar como lo hace ella.

Lejos de estancarse en su clásico perreo, al que casi ha elevado a la categoría de arte, Peluso ha congelado el pabellón con diez minutos de tango, rosas incluidas. Ha formado una sensación extraña ver a la argentina bailando al son de la música mientras el público, teóricamente, se ha mantenido quieto.

Nathy Peluso, en su primera gran noche en Zaragoza, ha encandilado a su público y mostró por qué, en estos momentos, es una de las artistas más influyentes del planeta y referencia absoluta en el género urbano.

La cantante argentina cierra el primer fin de semana del Pilar en un pabellón Príncipe Felipe que arranca una semana de conciertos. El día 11 a partir de las 21.30 horas, Hombres G busca alcanzar el nivel cosechado por Nathy Peluso, con muchos asientos todavía vacíos.