El general español Luis Feliu, director adjunto del departamento de Seguridad Nacional en la Autoridad Provisional de la Coalición (APC) que dirige el administrador de EEUU en Irak, Paul Bremer, ha recibido el encargo de elaborar los planes para poner en marcha la nueva academia militar iraquí, con el objetivo de formar a los futuros soldados dentro de los cánones de una democracia.

Feliu, que es el más alto funcionario español en la APC, ha puesto al frente del proyecto a otro militar español, el general Andreu, quien llegó a Bagdad hace apenas un mes. "La reapertura de la academia militar es un elemento clave al que al principio no se le dio la importancia debida", afirmó ayer el general Feliu en declaraciones concedidas a tres medios de comunicación españoles, entre ellos El periódico de Catalunya .

LA SELECCION "Se trata --explicó Feliu-- de que los jóvenes puedan recibir una instrucción adecuada desde el punto de vista militar, pero también de cómo ser oficiales del Ejército de un país democrático, respetando los derechos humanos y las reglas de cualquier democracia". El general prevé que empiece a funcionar en septiembre u octubre del 2004. El problema más inmediato es cómo seleccionar a los instructores. "Nosotros proponemos que salgan del grupo de instructores que había en los últimos años, pero tendremos que hacer una criba", señaló. Aún no se ha decidido si la dirección corresponderá a un militar iraquí o se compartirá con la coalición.

DOS GRANDES AREAS El militar explicó también los planes de Bremer, ultimados la semana pasada en Washington, de reestructurar la APC, que será dividida en dos grandes áreas en busca de una mayor eficacia. Una se ocupará de los aspectos políticos y estratégicos, y la otra de la ejecución de las decisiones. Al frente de cada una de ellas Bremer ha nombrado a dos adjuntos: el hasta ahora embajador de EEUU en Kuwait, Richard Jones, y el general retirado Joseph Kellogg, que llegarán a Bagdad en los próximos días.

Feliu puso especial énfasis en la aceleración del proceso de creación de las distintas fuerzas de seguridad iraquís, tanto militares como policiales, de modo que a finales del 2004 sumen un total de 200.000 hombres, lo que permitiría reducir la presencia de los ocupantes. El militar reconoció que los ataques de la resistencia son cada vez "más sofisticados", y subrayó que "al terrorismo o a la insurgencia no se les combate sólo con medidas militares, sino que hacen falta medidas políticas".