La 13 cumbre iberoamericana se celebra este año en unas condiciones muy peculiares, ya que el país anfitrión, Bolivia, acaba de vivir una revuelta popular que dejó 70 muertos y obligó a dimitir al presidente, Gonzalo Sánchez de Lozada. Los 21 jefes de Estado y de Gobierno que asisten a la reunión --entre ellos se encuentran el rey Juan Carlos y el presidente José María Aznar-- han tenido en cuenta esta circunstancia y también la situación explosiva en otros países de la región al preparar la declaración final.

En el documento se habla de compromisos de inclusión social y participación democrática, y también se formula un llamamiento al Fondo Monetario Internacional para que sus planes de ajuste económico "preserven los principios de equidad y justicia". A falta del presidente cubano, Fidel Castro, el venezolano Hugo Chávez asumió una vez más el papel de agitador de la cumbre, defendiendo enardecidamente la revuelta boliviana.