El presidente de la exrepública soviética de Georgia, Eduard Shevardnadze, dimitió ayer a los dos días de que la oposición liderara una revuelta popular pacífica que se hizo con el control del Parlamento el pasado sábado. "Si hubiera utilizado mis poderes, todo esto habría provocado un derramamiento de sangre. Considero que es inadmisible y presento mi dimisión como presidente", declaró Shevardnadze, tras reunirse con el líder de la oposición, Mijail Saakashvili, y el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Igor Ivanov, en Tiflis, la capital georgiana.

Las negociaciones se celebraron en la residencia presidencial de Krtsanisi, invadida por más de 200 partidarios de los opositores. Saakashvili, líder del Movimiento Nacional, calificó la dimisión de Shevardnadze de "paso valiente, que salvó al país de la guerra civil". Según otro dirigente de la oposición, Zurab Jvania, en la reunión no se acordó ningún tipo de condiciones y se planteó la necesidad de "aprovechar la experiencia" del veterano que ha gobernado Georgia desde 1992.

GARANTIAS DE SEGURIDAD Shevardnadze recibió garantías sobre su seguridad a cambio de su dimisión. Aunque tras la reunión aseguró que se marchaba "a casa", algunas fuentes periodísticas rusas señalaron que el ya exdirigente cogió anoche el avión presidencial hacia un destino desconocido.

Tras conocer la decisión del presidente, la oposición informó de la convocatoria de elecciones en un plazo máximo de 45 días. La presidenta del Parlamento saliente, la opositora Nino Burdzhanadze, ejercerá como jefa de Estado provisional hasta la celebración de los comicios presidenciales.

MUESTRAS DE JUBILO La noticia de la renuncia del presidente fue recibida con fuegos artificiales y gritos de júbilo en las calles de Tiflis, en las que se vivieron dos días de incertidumbre después de que un grupo de opositores irrumpió a empujones el pasado sábado en la sala de sesiones del Parlamento para exigir la dimisión de Shevardnadze. Tras huir de la Cámara al amparo de sus guardaespaldas, el presidente proclamó el estado de excepción y ordenó la movilización de las fuerzas de los ministerios de Interior y de Defensa.

Sin embargo, tanto los militares georgianos como la policía se pasaron ayer al lado de la oposición. El hecho fue decisivo para decantar la balanza. Ivanov, enviado por el presidente ruso, Vladimir Putin al estallar la crisis el sábado, también realizó una labor de mediación.

Los alrededores de la sede del Parlamento acogieron la revuelta popular desde el pasado jueves, cuando la Comisión Electoral Central publicó los resultados finales de las elecciones parlamentarias del pasado día 2, que daban como ganadores a los partidos que apoyan a Shevardnadze. La oposición denunció fraude y emprendió la movilización.