La mayoría conservadora del Senado italiano aprobó ayer, en solitario, una reforma de la Constitución que Romano Prodi, líder de la oposición progresista, definió como "un atropello al equilibrio" de poderes. Las modificaciones más destacadas son la transformación del Senado en una Cámara autonómica, el incremento de los poderes del primer ministro, y la concesión de más autonomía a las regiones.

Los progresistas rechazaron la reforma porque, aunque en apariencia comporta una relativa reforma federal del Estado, los mayores poderes atribuidos al jefe del Gobierno le convierten en casi intocable, sin contrapoderes que lo equilibren. Aunque no lo haya mencionado ningún político en público, el principal temor es que un día puedan repetirse procesos políticos semejantes a los que llevaron al poder a algunos dictadores del siglo XX.

La reforma fue aprobada por 162 votos a favor y 14 en contra. Entre estos últimos figuró el del senador vitalicio Giulio Andreotti y el de Domenico Fisichella, vicepresidente del Senado y miembro de la ultraderechista Alianza Nacional, partido que apoya el Gobierno. En el momento de votar, la minoría progresista decidió salir del hemiciclo enarbolando banderas tricolores italianas.

ENMIENDAS PROHIBIDAS La reforma deberá ser examinada por las dos cámaras, que no podrán introducir enmiendas y deberán sólo pronunciarse sobre la totalidad del proyecto con un voto afirmativo o negativo. Pero la coalición progresista solicitará un referendo popular para impedir que entre en vigor, consulta que podría fijarse en torno a las legislativas de junio del 2006. "Después de las elecciones", respondió Il Cavaliere , satisfecho porque la reforma ha tranquilizado a sus aliados de la Liga del Norte.