El último criminal de guerra imputado por el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY) ha caído. Las autoridades de Serbia anunciaron ayer la detención de Goran Hadzic, de 52 años, serbocroata implicado en atrocidades cometidas durante la guerra en Croacia (1991-1995) y presidente de la República Serbia de Krajina.

La Unión Europea felicitó a Serbia por la detención, que se produjo en la localidad de Krusedol, a 80 kilómetros al norte de Belgrado, y proclamó "el cierre de este importante capítulo en la historia de la región".

Pese a haber mantenido siempre un perfil más bajo en comparación al líder de los serbios de Bosnia, Radovan Karadzic, o el comandante militar, Ratko Mladic, Hadzic pasará a la historia como el hombre que más tiempo ha burlado la acción de la justicia. Los fiscales del TPIY le vinculan con la muerte de centenares de civiles croatas y la deportación de decenas de miles de croatas y no serbios durante el conflicto en la exrepública yugoslava.

Su nombre estará vinculado para siempre con la masacre de noviembre de 1991 en el hospital de Vukovar, asediado por las tropas serbias. Alrededor de 250 croatas y no serbios, que se habían refugiado en aquel centro hospitalario, fueron ejecutados por las fuerzas serbias tras haber sido abatidos y torturados.