La fiscalía de Nueva York lanzó la mayor piedra contra su propio tejado en el caso contra Dominique Strauss-Kahn, al presentar el pasado 1 de julio una carta demoledora en la que hacía añicos la credibilidad de la presunta víctima de agresión sexual a manos del ahora exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI). A partir de entonces se habló de un caso al borde del colapso, se relajaron las medidas de libertad bajo fianza del político y economista francés y se especuló con la posibilidad de que en su próxima comparecencia, prevista para el 1 de agosto, se retiren los siete cargos. Como en casi todo lo relacionado con el escándalo, ahora parece que hubo precipitación.

El martes visitaron las oficinas del fiscal Cyrus Vance tanto Kenneth Thompson, abogado de la mujer que denunció la agresión en el Sofitel, como David Koubbi, el letrado que representa en Francia a la escritora Tristane Banon que, tras los acontecimientos de principios de julio en Estados Unidos, presentó una queja ante la fiscalía de París por un intento de violación supuestamente ocurrido en el 2003.

La reunión entre Koubbi y la fiscalía, organizada por Thompson, duró tres horas. De momento, y según el letrado francés, no ha habido petición oficial de Nueva York de una visita formal de Tristane Banon ni se ha solicitado ver todo su historial, pero medios franceses como el periódico Le Figaro ya especulan con que la oficina del fiscal planea llamar a Banon para que aporte su testimonio contra Doinique Strauss-Kahn en el juicio neoyorquino. Esas declaraciones no podrían usarse para desacreditar al acusado y la fiscalía tendría que demostrar cómo o por qué son pertinentes para el caso.

Hasta ahora Koubbi había mantenido tajantemente que él y su cliente querían mantener los dos casos desvinculados.