Cada día que pasa crece el hartazgo de los estadounidenses con la forma en que su clase política está gestionando la crisis abierta por el techo de la deuda. Según las últimas encuestas, la mayoría de ciudadanos piensa que sus dirigentes no están haciendo lo suficiente para llegar a un acuerdo antes del 2 de agosto que salve al país de un nuevo viaje al purgatorio económico. Los sondeos castigan especialmente a los republicanos, tan escorados a la derecha que se han distanciado de la opinión mayoritaria de su electorado, pero también al presidente Barack Obama, cuyo liderazgo desaprueba más de la mitad del país.

La cuenta atrás es inexorable y, aunque EEUU se juega su credibilidad como el refugio de capitales más seguro del mundo, un estatus que le ha permitido endeudarse a espuertas con dinero barato, el Congreso es incapaz de llegar a un acuerdo sobre un plan de reducción de déficit que permita al Estado recibir más préstamos para pagar lo que debe. Y aunque algunos republicanos, especialmente los del Tea Party, han alimentado la idea de que una suspensión de pagos no sería tan dramática, la calle ya no compra su idea.

PEDAGOGÍA DE ÉXITO Si a finales del mes pasado un 41% se oponía a subir el techo de la deuda al margen de las consecuencias de una quiebra, según una encuesta de AP-Gfk, dos tercios quieren ahora un acuerdo, a tenor de un sondeo de Gallup. Parece que la pedagogía llevada a cabo por el Gobierno y el alarmismo expresado por la mayoría de economistas, que auguran un hundimiento de las bolsas y el dólar y un mazazo a la recuperación económica, ha funcionado.

Seis de cada diez ciudadanos apoyan la necesidad de combinar el recorte de gastos con el aumento de los ingresos, como sostiene Barack Obama, partidario de eliminar algunas deducciones de impuestos para los más ricos y las corporaciones.

El presidente estadounidense dio el martes su apoyo al plan bipartidista negociado por seis senadores desde enero para ahorrar 3,7 billones de dólares en la próxima década y, un día después, retiró sus objeciones a una solución que permita sortear el plazo del 2 de agosto y dejar los detalles de la reducción del déficit para más tarde. El 62% del país cree que es demasiado inflexible, según una encuesta del Washington Post y ABC News.

ENCASILLAMIENTO Peor les va a los republicanos, que podrían acabar pagando en las presidenciales del año 2012 su creciente alineamiento con las tesis ultraconservadoras del Tea Party. Un 79% critica su encasillamiento, mientras la mayoría piensa que defienden los intereses de las grandes corporaciones y Wall Street. Un 46% de republicanos creen que el recorte de gastos y un aumento de la fiscalidad deben ir de la mano.