El centro de Oslo quedó paralizado, aturdido por la fuerte explosión que afectó a numerosos edificios y que sembró de víctimas las calles. En un país donde apenas se registran robos, ni siquiera de una simple cartera, los atentados de ayer han significado un golpe extremadamente duro. Minutos después de las explosiones, las redes sociales y los móviles empezaron a vomitar informaciones procedentes del lugar de los hechos.

"Llegué un par de minutos después de la explosión y vi decenas de personas heridas por las aceras y calles de alrededor", explicó Jarle Brenna, periodista del diario Verdens Gang (VG), el segundo en importancia del país y cuyo edificio se encuentra justo en frente de donde se produjo la explosión. "Hay gente tendida en el suelo y cubierta de sangre. Hay cristales por todas partes. Esto es el caos", afirmó por su parte el informador de la radiotelevisión pública noruega NRK, Ingunn Andersen. "Las ventanas de todos los edificios de alrededor han estallado", añadió.

Hubo quien se salvó por los pelos. "El centro político de Oslo ha estallado", escribió un vecino en el Twitter. "Debía de estar en el lugar del atentado pero tuve suerte y llegué tarde. Ahora estaría muerto", zanjó.

El lugar del atentado es una zona poblada principalmente por pequeños comercios, oficinas y edificios administrativos del Gobierno. La sede del Ejecutivo se encuentra en esta zona. Muy cerca está la plaza Youngstorget, lugar donde, sobre todo los fines de semana, se llena de jóvenes. El portavoz de la Cruz Roja noruega, Oistein Mjarum, dijo a la BBC que ayer por la tarde las calles del centro estaban muy concurridas de gente, como suele ser habitual.

Como un trueno

"La gente no está acostumbrada a este tipo de cosas aquí", afirmó a este periódico Jonas Wiklund, un sueco residente en Oslo, ciudad de apenas medio millón de habitantes y que cada año acoge la ceremonia de la entrega del premio Nobel de la Paz. "Todos intentamos actuar normal, pero lo cierto es que la situación es de caos total. Al principio pensé que el ruido de la explosión era un trueno, pero pronto vi una columna de humo en el centro de la ciudad", explica Wiklund.

Justo después de la explosión, las autoridades pidieron a los vecinos que se quedasen en casa por motivos de seguridad. Había miedo a que se pudiera registrar otro atentado. De hecho, tres horas después del ataque, los trabajadores de la redacción de la televisión TV2, la principal cadena privada del país, recibió la orden de desalojar el edificio. Los artificieros registraron el edificio, sin hallar ningún artefacto.

Amund Kirkerud es un noruego que vive a 200 metros del lugar del atentado. Cuando se produjo la explosión estaba en su casa. "El ruido que escuché fue muy fuerte", contó ayer a este redactor por teléfono. "Justo después, las cortinas de las ventanas y los cacharros de la cocina cayeron al suelo. Desde el principio sabía que no era algo normal y que algo grave había sucedido".

Kirkerud, un joven administrativo, dijo estar en "estado de choque" y que había decidido encerrarse en su casa. "No me atrevo a salir. Es la primera vez que me he conectado a Facebook en años para saber que todos mis amigos están bien".

Heridas internas

Al italiano Ferdinando Vicinanza, por su parte, le sorprendió la explosión mientras conducía su coche por el centro de la ciudad a unos doscientos metros de donde se produjo el atentado. "Vi a gente que venía corriendo con las manos en la cabeza y gritando. Todo el mundo estaba como loco", narró.

Las víctimas fueron ingresadas en los hospitales de Oslo y Baerum. Pal Aksel Naess, uno de los responsables del Hospital Universitario, afirmó que "la mayor parte de los heridos" presentaban "heridas internas y traumatismos en el pecho y la cabeza, cortes y huesos rotos".