Jarro de agua fría para las intenciones de la comunidad internacional de acudir de forma rápida en ayuda de los millones de afectados por la sequía en el Cuerno de África. Los rebeldes islamistas de Somalia, vinculados a Al Qaeda, se negaron en redondo a levantar el veto impuesto en el 2009 a las actividades de la inmensa mayoría de organizaciones humanitarias, a las que acusaban de tener una agenda oculta, actuar como misioneros cristianos y espiar en favor de Occidente.

Entre los afectados se encuentra el Programa Alimentario Mundial, agencia de Naciones Unidas que ya ha declarado la intención de seguir adelante con sus planes de enviar por aire y mar ayuda alimentaria.

"Los grupos prohibidos anteriormente no son bienvenidos para trabajar en las zonas bajo nuestro control", declaró el sheij Alí Mohamud Rage a la emisora islamista de radio somalí Al Forqaan. "Existe una sequía en Somalia, pero no hay hambre", dijo el responsable islamista, intentando desmentir la declaración de la ONU, que decretó el estado de hambruna en dos regiones sureñas de Somalia: sur-Bakool y Bajo Shabelle. "Lo que ha declarado Naciones Unidas es falso al 100%", recalcó.

El Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) incrementó hasta 780.000 el número de niños en Somalia que corren el riesgo de morir de hambre si no reciben ayuda humanitaria urgente. "Estamos hablando solo de Somalia", se esforzó en matizar además en Ginebra Marixie Mercado, portavoz de Unicef.

El número de niños con "malnutrición severa" en Somalia, Kenia y Etiopía se sitúa en 2,3 millones, lo que convierte a la actual crisis humana en el Cuerno de África en "la peor de los últimos años".

Por otra parte, el grupo islamista Al Shabab liberó ayer a la recién nombrada ministra somalí de la Mujer y Asuntos Familiares después de afirmar esta que no aceptaba ocupar el cargo.