El jefe de la policía noruega, Sveinun Sponheim, reconoció ayer por la tarde que todavía no se había podido recuperar todos los cadáveres del edificio gubernamental donde el viernes explotó un potente coche bomba. La policía no ocultaba su temor a que en la zona existan más «explosivos sin detonar». El número total de víctimas de los dos atentados, que por el momento asciende a 92, «podría incrementarse a medida que avancen las labores de desescombro en los edificios afectados» confirmaba Sponheim. La situación en Utoya era también complicada, dado que muchas de las víctimas fallecieron en el agua a consecuencia de los disparos que efectuó el falso policía en su intento de impedirles la huida a nado. Anoche, cuatro jóvenes seguían aún desaparecidos y la policía advertía de que las labores de localización tomarán su tiempo y que se empleará en la búsqueda un minisubmarino. El primer ministro de Noruega, Jens Stoltenberg, se mostró especialmente conmocionado al recordar que él solía acudir los veranos como participante de los campamentos juveniles que el partido laborista organizaba en la isla. El político no dudó en calificar la situación como la peor que atraviesa el país desde la segunda guerra mundial. El rey Harald hizo también un emotivo discurso en la televisión pública que fue retransmitido en directo por las cadenas CNN y BBC. Por otra parte, los medios de información del país se han convertido en colaboradores activos de la investigación policial. Las páginas web de los principales diarios, Aftenposten y VG, ofrecen a los lectores la posibilidad de enviar cualquier tipo de información que pueda ayudar a la investigación. El centro de la capital nórdica continuaba ayer acordonado por el Ejército noruego. Patrullas de soldados con perros restringían el acceso a las inmediaciones del complejo gubernamental y de los principales centros de poder del país. Aunque está clara la autoría e intención de los atentados, la sensación de caos e inseguridad persiste entre los noruegos.