En el tiempo de leer de forma rápida esta crónica, habrán muerto de hambre 30 niños en Somalia, Kenia, Etiopía, Yibuti y Sudán. Uno cada seis segundos. La causa no es solo la sequía, sino también la subida de los precios de los alimentos y los conflictos bélicos que obligan a los ciudadanos de aquellos países a desplazarse. "He visto a madres que tenían que decidir quién era, entre sus hijos, el bebé con más resistencia física y abandonar a los demás en las carreteras, porque no podían con ellos", explica Josette Sheran, directora del Programa Mundial de Alimentación (PAM). "Morirán el 40% de los niños de la región y lo peor debe llegar todavía", añade.

Para afrontar la situación, ayer se reunieron en Roma los representantes de 191 países, que mañana volverán a encontrarse en Nairobi (Kenia). Paralelamente, hoy despegan del sur de Italia los primeros aviones de un puente aéreo gestionado por el PAM, avanzadilla internacional para las emergencias. Pero no basta. "Hace falta una acción urgente y masiva", instó Jacques Diouf, director de la FAO, la agencia de Naciones Unidas para la agricultura y alimentación, que ha pedido 210 millones de euros de aquí a finales de septiembre y 1.112 en los próximos 12 meses.

El Banco Mundial puso ayer sobre la mesa 347 millones de euros, advirtiendo de que el problema es hallar una solución a largo plazo. La institución ha advertido de que el aumento de los precios de los alimentos ha sumido en la pobreza a 44 millones de personas. La FAO añade que si hace un año un somalí vendía una cabra, le daban 80 euros y ahora solo 15, mientras que por 50 kilos de maíz pagaba 5 euros y ahora debe abonar cinco veces más.

Antes de la cita de ayer, 13 personalidades, entre ellos el músico Bob Geldorf, y populares cantantes africanos, instaron a los países a "anunciar el importe de la ayuda y encontrar el dinero sin retrasos ni tergiversaciones".