La extrema derecha, con un discurso xenófobo y antiinmigración, ha logrado penetrar en la opinión pública de muchos países europeos. No parece capaz de ganar en ningunos comicios, pero ha adquirido una inquietante presencia parlamentaria.

El ascenso de la ultraderecha parlamentaria, extendida por Escandinavia, comenzó a finales de los años 90 en Dinamarca. El Partido Popular (PPD) apoya hoy al Gobierno liberal-conservador a cambio de imponer ideas como el restablecimiento de los controles fronterizos. En Noruega, el Partido del Progreso, donde militó Breivik, es el segundo del país. Los Demócratas de Suecia consiguieron representación en septiembre y provocaron un shock similar al de meses después en Finlandia con el ascenso de los Auténticos Finlandeses (19%). Las facciones ultras más radicales están divididas y desorganizadas.

El British National Party (BNP) es el único partido de extrema derecha en el Reino Unido. Jamás ha obtenido un escaño en el Parlamento y en las últimas generales del 2010 solo logró el 1,9% de votos. Sus mejores resultados fueron en las municipales de Londres, dos años antes, donde consiguieron 25 puestos en la Asamblea. En el 2009 lograron dos escaños en la Eurocámara. Existe además un grupúsculo, la English Defence League, que emplea la violencia callejera para crear tensión. Recientemente han protagonizado ataques en reuniones sindicales y contra organizaciones antirracistas. Begoña Arce.

En España, los grupos neonazis son minoritarios y están bajo control, sobre todo tras la sentencia del 2009 contra el grupo Hammerskin, condenado por asociación ilícita y tenencia de armas. Su ideario político repuntó con la elección de 80 concejales de extrema derecha en las últimas municipales en todo el país. Tras los atentados de Oslo, la policía investiga si Breivik tuvo contactos aquí, ya que en su manifiesto evidenció un exhaustivo conocimiento de los grupos ultras y de los puntos vulnerables de la defensa, como centrales eléctricas y nucleares. Hasta ayer solo halló un punto de conexión: un foro de internet frecuentado por neonazis europeos. M. Navarro.

El Frente Nacional ha acabado de hacer un viraje del antisemitismo a la islamofobia con el traspaso de la presidencia de Jean-Marie Le Pen a su hija Marine en enero. La hija, con un 20% de intención de voto en las presidenciales del 2012, incluso está haciendo una purga en la vieja guardia de Bruno Golsnish, su gran rival, expulsando a aquellos militantes que muestran de forma más vehemente su nostalgia nazi y fascista. Ello no ha impedido que algunos de sus cargos hayan justificado la matanza en Noruega por "la invasión musulmana". El ala más escorada del partido del Gobierno, la UMP, ha tenido que salir al paso de las acusaciones de populismo de los movimientos antirracistas. Entre ellos, el ministro de Transportes, Thierry Mariani, cofundador de esta corriente. Vicenç Batalla.

La ultraderecha parlamentaria está representada por la Liga Norte, aliada de Berlusconi, y La Destra. Un europarlamentario de la Liga, Mario Borghezio, llegó a decir que Breivik tiene "algunas ideas buenas y otras óptimas". La Destra intenta unir las franjas extremas, huérfanas desde los 90, cuando Gianfranco Fini repudió el fascismo. Fuera del Parlamento, los principales grupos son Forza Nuova y Fronte Nazionale. En el primero confluyen muchos nazi-skins, que abundan donde gobierna la Liga. El Fronte Nazionale propicia la reconstrucción del partido fascista y rechaza la inmigración. Rossend Domènech.

Por ser la cuna del nazismo, Alemania vigila con lupa cualquier formación xenófoba y de ahí que la ultraderecha sea políticamente marginal: no tiene representación en el Parlamento federal y sus escuetos éxitos electorales se ciñen a contados escaños en algún Parlamento regional, principalmente a través del NPD (Partido Nacional Democrático). Pero esta ausencia no ha minimizado una ola xenófoba que va a más. Los servicios de inteligencia estiman que hay al menos 25.000 ultraderechistas en el país. Un reciente estudio advierte de que las webs neonazis de Alemania se han triplicado en el último año, hasta superar las 6.000. Rubén Gómez.

En Bélgica, la extrema derecha está fuertemente implantada en Flandes, y ha desaparecido de la zona francófona. El partido xenófobo y anti-inmigrantes Vlaams Belang tiene 12 diputados en el Parlamento federal, mientras el Front National hace años que no consigue representación. Debajo de estas formaciones no violentas, existen grupúsculos neonazis con unos centenares de miembros, como la sección Vlaanderen (Flandes) de Blood and Honour y la división Bélgica del Front Eolh. Eliseo Oliveras.