El autor confeso del doble atentado en Noruega, Anders Behring Breivik, se entregó a la policía con las manos en alto y después de haber depuesto las armas, informaron ayer fuentes de la policía, cinco días después de los ataques que costaron la vida a 76 personas. Breivik, al que los servicios secretos noruegos creen un "lobo solitario", se entregó tras ser rodeado por agentes de la unidad especial Delta en la isla de Utoya, donde cometió la mayor parte de los crímenes.

"Le gritamos que éramos policías armados para llamar su atención. De pronto lo tuvimos ante nosotros, con los brazos en alto sobre la cabeza. Su arma estaba 15 metros detrás de él y lo detuvimos con toda normalidad", relató Jacob Baertnes, miembro de ese comando, en una rueda de prensa. El jefe del equipo de intervención, Haavard Gaasbakk, declaró sentirse "orgulloso" del trabajo de sus hombres. "Estuvieron muy sólidos y mostraron un gran coraje hasta el final", señaló Haavard Gaasbakk.